10 de agosto de 2015

Palleiro

Era uno de los perros de Luz, la amiga de la vecina del quinto, Ana María.
El pobre se quedó encerrado en el cuarto de baño hasta que lo sacó el portero.
Es un palleiro de pura raza.
Y os voy a contar lo que me sucedió con él.
A mí su asociabilidad siempre me cautivó. Desaparecía de casa y se iba directo a la perrera, como diciendo ésta es mi casa.
El caso es que un día estaba yo en casa de Ana María con ella y con Luz, así como con su perro.
Sentado en el salón, como a modo de juego le dije al perro: ¡Levanta una pata!. Y cuál fue mi sorpresa cuando el palleiro alzó su extremidad.
Entonces seguí con el juego y le dije: ¡Dos por dos!. Y dio cuatro golpes con la pata en el suelo.
Decidí ir más lejos y le pregunté que opinaba de su dueña Luz...
Parecía un sueño.
Pero, dijo...
“Es una perfecta desequilibrada”.
Dudé si decírselo a Ana María, pero opté finalmente por guardar el secreto.
Entonces aparecieron Luz y Ana.
Y yo les dije: “Bueno me voy a casa, hasta luego”.

Y al día siguiente me cruce en la calle con Luz y su palleiro.
Miré fijamente al canino y éste me guiñó un ojo.
“Lo acabo de sacar de la perrera”, me dijo Luz.

“¡Es que es su casa!”, observé.
“Su casa es la mía”, observó Luz. “Quien te crees que le da de comer”, destacó su dueña.

“Yo se lo que digo”, observé. “¿Verdad?.
“Guau, guau”.

“Bueno pues cuídalo más. Sólo come cuando le roba la comida a Blanca, la perra de Ana María”, señalé.

“Come todos los días, su propia comida. Lo que pasa es que es un hambrón. Por eso le come la comida a Blanca”, destacó Luz.

“Déjamelo y vete a casa de Ana María, que yo te lo llevo ahora”, dije.

“Bueno, como quieras”, respondió.

Y ya con él le dije: “Qué tal con Luz. Como una cabra ¿no?”.

“Está fatal. Y cuando vuelvo a mi casa: La perrera, no tarda en sacarme de allí. Total, para matarme de  hambre.



Kiko Vacanillas.






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