Estaba una mañana muy soleada en La Coruña, así que tras dar
un paseo decidí entrar en el Gadis a comprar algo para beber (yogur líquido a
poder ser).
Así es que tras darle cincuenta céntimos a la gitana de la
entrada, me dirigí al interior de la tienda.
“Ya era hora”, me dijo un encorbatado al fondo del super.
Sin comprender de qué me conocía me dirigí a él. Estaba con
otros tres varones, todos bien vestidos y de entorno a los sesenta años de
edad.
“Mañana 20 de diciembre será el atentado”, suspiró el que
parecía el jefe.
...”Pero bueno cómo que 20 de noviembre. Si estamos en
Julio”, corregí yo.
“Verás, el 20 de diciembre de 1973, año en curso, el
presidente del gobierno de España, Luis Carrero Blanco morirá en atentado.
Estupefacto me dirigí a la entrada y pude comprobar con
horror en un periódico a la venta que efectivamente estábamos a 19 de diciembre
de 1973.
Víctima de un ataque de pánico salí del Gadis y me dirigí a
un kiosco, donde para mi satisfacción la Voz de Galicia indicaba que estábamos
en el 10 de Julio de 2015.
Entré de nuevo en el Gadis. Y verifiqué que allí dentro
estábamos en 1973.
“La desaparición de Carrero Blanco tendrá numerosas
implicaciones políticas y traerá consigo la descomposición del aparato
franquista”, dijo el de los negros bigotes.
“Sí -añadió el segundo de abordo- y los sectores más
inmovilistas del franquismo -el “bunker”- se verá momentaneamente reforzado y
nombrará a un sucesor de Carrero Blanco de
la línea dura, puede que Carlos Arias Navarro”.
Así sin más revivía un suceso histórico que quedaría
archivado al comienzo de la Transición y cuyas circunstancias nunca se
esclarecieron. Los autores del atentado tampoco llegaron a ser juzgados por estos hechos y tras la muerte de Franco
se beneficiarían totalmente de la amnistía concedida en 1977.
Pero yo era el único allí que sabía esto pues era evidente
que vivían en 1973 del Gadis para dentro.
“Muerte al fascista. Y victoria del marxismo, judaísmo,
masonería, liberalismo y de la democracia”, espetó el más joven.
“Todo está listo: La dinamita, las obras para colocar la
carga fatal...Calculamos que además de nuestro objetivo morirán un máximo de
cinco personas”, aclaró.
“Serán tres los fallecidos”, interpelé yo.
“¿Y tú que eres, adivino?, preguntó el joven.
“Perdona tienes razón, es sólo una suposición”, contesté.
Y finalizada la reunión hubo intercambio de teléfonos. Y yo
compré un yogur líquido y salí a la calle, que vivía en el mejorable 2015.
Al llegar a casa no pude evitar volver a ver “Viridiana” de Luis Buñuel, padre del
surrealismo.
Kiko Vacanillas.
Kiko Vacanillas.
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