16 de septiembre de 2015

Acoso en el Facebook


Por fin accedí a los ruegos de mis compañeros y entre en Facebook.
Bueno, mejor dicho, un compañero, Patxi, vino a casa a activar el programa citado.
Como siempre me levanté a las siete de la mañana. Y me dije: “¡Vamos a estrenar el Facebook!”.
Así es que entré, según me había indicado Patxi. “Iniciar sesión en Facebook”, pulsé.
Cual fue mi sorpresa cuando toda la pantalla estaba cubierta por un muñeco rojo y con un tridente.

“Ya has entrado Imbécil”, me dijo.

“Esto debe ser un sueño”, recapacité.

“Será posible que a estas alturas sigas anclado en el MS-DOS. Sí es cierto que ya sabes manejar el WORLD, pero no conocer el Facebook es un pecado mortal”.

Di un largo paseo matutino por el paseo marítimo y...“Bueno, me voy a hacer una pizza. Y cuando acabe de comer ya habrá terminado esta pesadilla”, reflexioné.

“Come, come, gordo”. “Yo sólo ingiero bits”.

Llamé a Patxi para que viera al demonio. Le costó bastante venir, pues no se lo creía.
Pero cuando por fin vino el demonio se escondió. Y todo funcionó del modo habitual.
“¿Estás bebiendo mucho?”, preguntó Patxi señalando la botella de JB casi vacía de la cocina.
“No te lo juro que no”, sentencié.

Patxi se fue y volvió el daimon.
El me dijo: “Esta es una relación personal e intransferible. No impliques a nadie mas”.
Entonces bebí, bebí y bebí.

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