Con mi minusvalía del 67 % no tendría problemas para adquirir el grado
de Dependencia otorgado por la Xunta de Galicia. Y que ofrece
innumerables recursos, entre los que está la Teleasistencia. Consistente
en que te colocan en casa un teléfono con altavoces y un aparato que
llevas colgado con el que puedes alertar de posibles caídas.
Yo tramité tanto la Dependencia como la Teleasistencia. Y me concedieron ambas. Pero finalmente pedí también la Teleasistencia por el Ayuntamiento porque tardaban menos y además era gratis.
El caso es que como al mes de concedida esta modalidad de ayuda, un buen día me caí por las escaleras de mi duplex. Activé el aparato y una voz me dijo: “¿Algún problema?.””Sí, me he caído y no me puedo mover”, contesté.
“En seguida le mandaremos apoyo”, indicó la voz. “¿Puede usted abrir la puerta?... díganos dónde conseguir la llave. O llevaremos un cerrajero”.
“Sí, tiene la llave la vecina del 5F. Pídansela a ella.
El caso es que cuando yo estaba mínimamente repuesto sentí abrir la puerta y apareció ella:
Metro setenta y cinco. Con una vulgaridad extremadamente sexi. Ojos verdes muy pintados y pecho voluminoso y turgente. Llevaba unos jeans ceñidos que le perfilaban un pubis apetecible, y una camisa de la Cruz Roja. Entró, saludó: ¿Cómo estás Kiko?. Y acto seguido preguntó: “¿Te gusta el sexo oral?”.
Yo tramité tanto la Dependencia como la Teleasistencia. Y me concedieron ambas. Pero finalmente pedí también la Teleasistencia por el Ayuntamiento porque tardaban menos y además era gratis.
El caso es que como al mes de concedida esta modalidad de ayuda, un buen día me caí por las escaleras de mi duplex. Activé el aparato y una voz me dijo: “¿Algún problema?.””Sí, me he caído y no me puedo mover”, contesté.
“En seguida le mandaremos apoyo”, indicó la voz. “¿Puede usted abrir la puerta?... díganos dónde conseguir la llave. O llevaremos un cerrajero”.
“Sí, tiene la llave la vecina del 5F. Pídansela a ella.
El caso es que cuando yo estaba mínimamente repuesto sentí abrir la puerta y apareció ella:
Metro setenta y cinco. Con una vulgaridad extremadamente sexi. Ojos verdes muy pintados y pecho voluminoso y turgente. Llevaba unos jeans ceñidos que le perfilaban un pubis apetecible, y una camisa de la Cruz Roja. Entró, saludó: ¿Cómo estás Kiko?. Y acto seguido preguntó: “¿Te gusta el sexo oral?”.
por kikovacanillas
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