8 de octubre de 2015

-Calzados López-


Manuel López había estudiado Derecho y residió en el mismo colegio mayor que yo (San Pablo) en Madrid.
Cuando acabamos la carrera dejamos de vernos. Pero esto es que un día que yo estaba en Orense por trabajo de mi ONG (Ecos do Sur) me lo encontré en un bar.
“Cómo estás Manuel. Cuánto tiempo”, le dije.
Le conté lo de mi accidente, del que ya había oído hablar. Mi minusvalía. Y mi presidencia en Ecos do Sur.
Peor según le iba hablando el parecía cada vez más como ausente.
Y cuando terminé mi relato un silencio agresivo reinó. Y al cabo de un rato dijo: “Yo vendo zapatos, zapatillas y botas. El negocio “Cazados López” va viento en popa. Pero yo no sé para qué coño estudié Derecho".
“Todo puede mejorar Manuel. ¿Tienes novia o mujer?”, pregunté.
“Tenía pareja, nos íbamos a casar por lo civil, pero se suicidó”, señaló Manuiel.
“Se ve que yo no era muy positivo. Tenía una depresión terrible”, añadió.
“Dónde vas Manuel. ¿Te acompaño y charlamos?", dije.
“Voy a la tienda...Pero si quieres tomamos antes unos vermús”, contestó.
Así es que después de tomar cuatro vermús cada uno, nos dirigimos a “Calzados López”.
Íbamos muy colocados cuando entramos a la tienda.
Entonces entre risas obscenas Manuel le dijo a una cliente: “No compres esos zapatos. Son una mierda”.
Acto seguido se metió en el espacio interior del escaparate y entre patadas se abrió paso hasta el maniquí, al cual dio un beso de tornillo.
“Manuel querido ¿No habías dejado de beber?”, dijo su enfadado padre.
“Si pero es que me encontrado a Kiko. Y juntos hemos recordado viejos tiempos. Hasta ahora, momento en el cual de nuevo nada tiene sentido”.

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