23 de octubre de 2015

-Diario de un separado-

El viernes despierta en mí a las siete de la mañana con el sonido estridente del despertador, que insiste hasta que yo me decido a apagarlo.
Tras el desayuno -café y galletas de fibra- leo la prensa por Internet: La Voz de Galicia, El País, La Opinión y el Mundo.
Publico un relato en “tustextos.com”.
Salgo a la calle sobre las nueve y media. Y me dirijo a Ecos do Sur en el 14.
En mi ONG redacto un comunicado sobre un proyecto educativo en el que se incluye nuestra empresa humanitaria.
A la vuelta recargo la tarjeta del bus y sacó dinero del cajero, donde compruebo que mis esfuerzos ahorrativos están dando espléndidos resultados.
Me dirijo a la tienda de ultramarinos del barrio: Carmen, y compro tomates, queso, membrillo y plátanos. Luego voy al Carrefour a comprar cerveza Alhambra y helados.
Llego a casa sobre la una y media. Me preparo un vermú y me dispongo a preparar un arroz con tomate. Cocinando los vermús se disparan, y los acompaño con un poco de queso. Manjar que también tomaré de postre con membrillo.
Como tortilla de patatas y arroz escuchando las noticias de la cuatro, que es la primera. Después oiré la cinco, la gallega y finalmente la uno.
Tras los telediarios reposo en un duermevela unos treinta minutos.
Tras la siesta leo un rato a Kundera “La insoportable levedad del ser” y escribo un “mail” a Kikón, que será finalmente el artículo “Diario de un separado”.
Leeré, leeré, quizás de un paseo hasta la biblioteca. Puede que vaya al cine, aunque no creo, ¡Es carísimo!. Y como en cada momento pensaré obsesivamente en mi hijo Santiago: Síndrome de Down.
Ya lo he decidido: No al cine y no al paseo hasta la biblioteca. Leeré, leeré, leeré...

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