Debo estar soñando, que es todo este pelo...
Salí del cuarto cuya puerta estaba entornada.
Al salir me encontré a mi hija Julia, quien me acarició. Hola guapo!.
Corrí, a cuatro patas para verme en el cristal del despacho. Efectivamente era un perro. Y es más era Xeito, el perro de la familia.
Bajé a desayunar comida de perro. Y asqueado le pedí a Ana que me diese unas galleta..
“Por cierto Julia ¿has visto a Kiko?: Ha debido salir a correr”.
Pero pasó el tiempo y el “pater familia” no aparecía.
Y yo no sabía como hacer para que se dieran cuenta de quién era realmente.
Como gesto desesperado me puse sal lado de mis libros de poesías y con la pata pasé unas páginas.
“Claro Xeito, quieres leer”, me dijo Julia entre bromas.
Pasó toda la mañana y Kiko no aparecía...
Mi inquietud ahora era saber en qué se había convertido Xeito. Porque así quizás desvelaría el entuerto.
Y cuál fue mi sorpresa cuando observé que nuestro periquito se rascaba como Xeito.
Lo saqué de su jaula, con grandes dificultades.
Y una vez liberado por sus movimientos descubrí que efectivamente era nuestro perro.
Pero cómo podía deshacer el entuerto. Si no podía hablar.
Y así fueron pasando los días sin que nada variase.
La policía estaba alertada. Y los vecinos también.
Kiko no aparecía y no aparecería jamás.
Yo no pude sino habituarme a mi nueva vida. Y lo peor de todo es que tenía una amiga medio “meiga” que seguro que podría ayudarme.
Un día vio a casa. Y yo la miré directamente a los ojos. Traté de comunicarle lo que acontecía.
Y ella dijo: “Dejarme un momento a solas con Xeito”.
Fueron muchas las palabras que dijo. Y salió un momento a coger al periquito.
Y cuando por fin abrió la puerta allí estábamos todos: Kiko, Xeito y el periquito.
Salí del cuarto cuya puerta estaba entornada.
Al salir me encontré a mi hija Julia, quien me acarició. Hola guapo!.
Corrí, a cuatro patas para verme en el cristal del despacho. Efectivamente era un perro. Y es más era Xeito, el perro de la familia.
Bajé a desayunar comida de perro. Y asqueado le pedí a Ana que me diese unas galleta..
“Por cierto Julia ¿has visto a Kiko?: Ha debido salir a correr”.
Pero pasó el tiempo y el “pater familia” no aparecía.
Y yo no sabía como hacer para que se dieran cuenta de quién era realmente.
Como gesto desesperado me puse sal lado de mis libros de poesías y con la pata pasé unas páginas.
“Claro Xeito, quieres leer”, me dijo Julia entre bromas.
Pasó toda la mañana y Kiko no aparecía...
Mi inquietud ahora era saber en qué se había convertido Xeito. Porque así quizás desvelaría el entuerto.
Y cuál fue mi sorpresa cuando observé que nuestro periquito se rascaba como Xeito.
Lo saqué de su jaula, con grandes dificultades.
Y una vez liberado por sus movimientos descubrí que efectivamente era nuestro perro.
Pero cómo podía deshacer el entuerto. Si no podía hablar.
Y así fueron pasando los días sin que nada variase.
La policía estaba alertada. Y los vecinos también.
Kiko no aparecía y no aparecería jamás.
Yo no pude sino habituarme a mi nueva vida. Y lo peor de todo es que tenía una amiga medio “meiga” que seguro que podría ayudarme.
Un día vio a casa. Y yo la miré directamente a los ojos. Traté de comunicarle lo que acontecía.
Y ella dijo: “Dejarme un momento a solas con Xeito”.
Fueron muchas las palabras que dijo. Y salió un momento a coger al periquito.
Y cuando por fin abrió la puerta allí estábamos todos: Kiko, Xeito y el periquito.
por kikovacanillas
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