16 de noviembre de 2015

“Mi otra vida con el Estado Islámico”.

          Era viernes 13 de Noviembre del 2015. Y a la noche escuché en la televisión que París sufrió un atentado islámico que había provocado 150 víctimas mortales, que luego fueron 129.
La autoría recocida fue del Estado Islámico, que trataba de vengarse de la participación de Francia y Bélgica en la guerra de Siria.
En un principio se habló de un español fallecido. Pero luego pasó a hablarse de cuatro. Y finalmente sólo de uno.

El caso es que yo había estado a punto de viajar por aquellas fechas a París, para asistir a una exposición de Van Gogh en el Louvre, pero al final desistí.
El atentado había sido triple: Tres kamikazes en el Estadio de Francia, en la Sala de Conciertos Bataclán, y finalmente en varios bares y restaurantes.

Cuando estaba bajo el efecto desconcertante de las noticias de París, sonó el timbre de la puerta.
Con buena presencia y un corte de pelo continental, nada en su aspecto me hizo desconfiar. Así pues lo deje pasar y le pregunté: “¿Con quien hablo?”.
“Soy Belcebú y vengo a hacerte una oferta que no podrán rechazar. Bueno a imponerte”, me dijo.
“Perdona pero no estoy para bromas”, señalé al tiempo que cerré la puerta.
“Tu madre quiere hablar contigo kiko”, gritó.
Volví a abrir la puerta y le dije que esa broma carecía de sentido. Y que mi madre había muerto hacia cuatro años.
"Sí, lo sé. ¿Quieres hablar con ella?...Bueno luego".

Verás Kiko tengo el poder de rebobinar vuestras vidas. Y lo que puedo hacer es enviarte a París. Hay en este momento tres españoles muertos que aparecerán en breve. Pero luego se verá que se trataba de un error. Mi oferta es la siguiente: Véndeme tu alma y yo haré que tu seas uno de esos españoles resucitados. Niégate y sólo resucitarán dos.

Por cierto no existe dios. Tan sólo el espíritu, pero no está capitaneado por ninguna figura religiosa, ni Alá, ni Yahvé ni Dios.

Además que sepas que si me vendes tu alma podrás pedirme todo lo que desees en esta vida y te será concedido, dentro de límites razonables, y sin que intervengan terceras personas.

Acto seguido sometí a mi invitado a pruebas que atestiguasen que efectivamente venía del más allá. Y pasó las pruebas con sobresaliente.
Para concluir tan sólo diré que me convertí en un auténtico sabio y que tanto yo como mi familia vivimos rodeados de riqueza y conocimiento.
Yo además conseguí darle la vuelta a la tortilla: Logré que mi ONG contase en sus filas con el “daimon”, aún sin saberlo.
“Bueno y ahora ¿puedo hablar con mi madre?. 

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