9 de noviembre de 2015

-Separado en Madrid-

Mi primer fin de semana de padre separado en Madrid transcurrió con total normalidad.
A Coruña quedó atrás y tuve el privilegio de acudir con mi hija Julia -de 18 años- a “Bodas de sangre”, de Lorca, en el teatro independiente Karpa. Una maravillosa cena en un restaurante mejicano con mi hija en la que el camarero, cuando fui al baño, le entregó a Julia una tarjeta con su teléfono.
Y yo comprendí que la niña con la que paseaba por el Paseo Marítimo de A Coruña ya había muerto para dar paso a una fantástica mujer.
La magia del tren, esta vez ya en coche cama, y el vermú de barril, fueron también parte de la magia de este viaje.
Y para concluir el viaje fuimos mi mujer, Santi y yo, a la cuesta del Mollano, donde compré tres libros por veinte euro: Poesía japonesa, uno de Alfonso Reyes y Poesia surrealista francesa.
Aunque me trato de maravilla, sentí unos inconmensurables celos de mi suegro, quien de la noche al día se ha quedado a vivir con toda mi familia. Y sobre todo con Santi, a quien para colmo le paga toda la comida. Aún si fuera un “ijoputa” me lo pondría más fácil. Pero que va se preocupó el buen hombre de que tuviese en la mesa un plato de Migas Extremeñas, que me gustan más que mi vida.
No pude ver a mi primo-hermano Enrique porque se le está muriendo el suegro. Y tuvo que atender tanto a su suegro como a su mujer, quien naturalmente estaba muy baja de ánimo.

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