29 de enero de 2016

-Ipad con mis abuelos-

Todo comenzó en las fiestas navideñas del 2015 en Madrid con mi familia política.
Mi mujer me regalo un Ipad, que en principio no me gustó mucho porque yo quería un candado para la taquilla del gimnasio Aunque tras usarlo desde A Coruña para comunicarme con mis hijos, me cautivó toralmente “Además un candado cuesta 20 euros”, me comentó una de mis cuñadas.
En todo caso me compraron un candado para Reyes.
El romance tecnológico se inició uno de tantos días que me desperté a las cinco de la mañana.
Sin intención de comunicarme con nadie pero movido por la curiosidad encendí mi Ipad Y cual fue mi sorpresa cuando “ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ, Hola Kiko, ¿Cómo estas?”. Era mi abuelo Pedro.
No puede ser si tú habías muerto hace años.
“No te asustes también en el Más Allá nos actualizamos en nuevas tecnologías”.
“Pero espera ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ”.
Y allí estaba mi otro abuelo José María -también fallecido-, el padre de mi padre. Magistrado.
Pedro, ferretero de oficio, me presentó a su novia, una jovencita a la que por lo menos llevaba cincuenta años: Loli.
Acto seguido ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ tomó la palabra José María, quien me contó que los dos abuelos se habían conocido en el cielo. Y que, entre Barbadillos habían participado en los Carnavales de Cádiz.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Verás Kiko soy un travesi. Y aquí no llamo la atención disfrazado de mujer”.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Sí lo sé mucho cuidado con el Sida. Pero uno no se puede morir dos veces, tranquilo”.
ZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ “Es una loca”, afirmó Pedro entre risas.
“Pues bien que te lo pasas conmigo granuja”, señaló José María.
Acto seguido los dos abuelos me hablaron de sus hijos, mis padres. Javier padre era muy trabajador y llegaría lejos. Y Mari Paqui era excesivamente sensible.

ZZZZZZZZZZZZZZZZZRRRRRRRRRRRRRRRRPPPPPPPPPPPPPPPPPPP TERMINADA LA CONEXIÓN.

Ya eran las 6,50 y desde ese día escribí mucho mejor porque
 la magia había nacido en mí.                                              
                                                                           Kiko Cabanillas

28 de enero de 2016

-El día que vendí mi alma.

Tras un viaje de novios. Regresando a mi trabajo en La Voz de Galicia de Ribeira, un camión perdió los frenos y colisionó contra el coche en el que viajábamos mi mujer y yo, en el puerto de Piedrafita.
Traumatismo Cráneo Encefálico y Coma profundo. Mi mujer ilesa.
-”¡Quiero hablar con el diablo!”, dije ante la evidencia de que iba a morir.
-”A cambio de tu alma...”, dijo una voz con marcado acento maño.
-Bien sácame del Coma. Déjame vivir con mi mujer y a cambio yo te doy mi alma.
-”Acepto”, dijo.
Así fue como salía del Coma. Si bien con secuelas que me impedían reanudar mi trabajo de periodista.
Sin embargo, trabajé en una ONG y escribí relatos.

Taxativamente iba a ir al infierno. Debía aprovechar mi vida terrenal.
Me quedó: Una distraxia,. Marcha tórpida. Lapsus y desorientaciones.
Aún así nunca me arrepentí de mi trato con Belcebú. Tengo dos hijos maravillosos, un trabajo que me llena. Y una mujer, que se acaba de separar de mi pero que me hizo sumamente feliz.

No tardé en descubrir el modo de conectar con el diablo. Y le pedí que me dejase utilizar sus poderes en mi fungible vida terrenal. Así lo hizo. Y yo, del modo más contradictorio, utilicé sus poderes para mejorar la vida de los inmigrantes con los que trabajábamos en la ONG.
Pero me iba haciendo viejo y el temor a mi fatal destino seguro me acongojaba.

Pero yo no estimaba que Belcebú fuera simplemente malvado. Y jugué mi última carta: Le perdí que ignorase mi maldición y a cambio yo hablaría bien de él en el Más Allá.

Hace tiempo que fallecí. Y sólo vivo para redactar este y otros relatos. Es vuestro deber considerar si el diablo -buena gente en el fondo- aceptó o no mi oferta.
                                                               Kiko Cabanillas

27 de enero de 2016

-Viaje fin de carrera con María-

Tras cuatro años de estudios, finalizada la carrera de la Senior -universidad de mayores- en La Coruña nos disponíamos a realizar el viaje fin de curso.
A tal fin nos reunieron un día en un aula y nos propusieron tres alternativas: Berlín, Dublín o la Campiña francesa.
Finalmente nos decidimos por Berlín ya que tenía la ventaja de ser un buen hotel situado en una calle muy céntrica, desde la que se podía ir andando a todos lados.
Así pues llegó el día señalado para partir: Viaje desde el aeropuerto coruñés. Y llegada a Berlín sin ningún contratiempo.
Y allí estaba María, con un cartel de la Senior: ¡Conmigo chicos!.
Desde un primer momento nos gustamos mutuamente.
Dejamos las maletas en el hotel y salimos con María a comer algo.
Después, mientras los compañeros iban a dormir la siesta me quedé sólo con la monitora y pudimos hablar largo y tendido: María era estudiante de Medicina y amante del Arte, especialmente de la pintura. Trabajaba de guía turístico para pagarse los estudios.
El flechazo fue mutuo, intenso y desbocado.
Las primera tarde fuimos a visitar un museo de pintura. Y todos los compañeros de la Senior quedamos encantados de los conocimientos de nuestra guía en la materia.
Esa misma noche, tras retirarnos al hotel, recibí la primera visita de María...
Sin preguntas ni excusas, los dos sabíamos a que venía. Fogosa y tierna a un tiempo. Quedé totalmente enamorado de ella.
Apuramos los cinco días de estancia en Berlín, con mucha cerveza, excelente. Y por la noche las visitas de María se alargaron hasta tal punto que desde la segunda noche ya se quedó a dormir conmigo. A pesar de que disimulábamos con los compañeros, nuestro romance fue conocido y respetado por todo el grupo.
Pero se terminaba la excursión y María y yo debíamos poner fin a nuestra aventura.
Nos intercambiamos direcciones y teléfonos, pero los dos sabíamos que no habría segundas partes.
Fue fantástico.
                                                                  Kiko Cabanillas.

26 de enero de 2016

Directo, directo, croché, gancho.

Desde que se habían casado Ana sufría malos tratos por parte de su marido: Evaristo.
Él salia mucho de noche y cuando regresaba borracho le insultaba y pegaba. Después muy temprano se iba a trabajar excepto los domingos, que arrastraba su resaca por toda la casa mientras continuaba insultándola y pegándola.
Ella tenía buenas amigas y entre ellas Monse, quien -antigua boxeadora- estaba al tanto de la situación. Y un buen día le dijo: Sepárate y vente a vivir conmigo. Luego te buscaremos un trabajo y tu infierno se acabará.
Ana no se atrevía a dar ese paso, si embargo comenzó a entrenar -a instancias de su amiga- con muchas ganas, como si su combate final fuera con su marido.
Monse llegaba a las 8.30 horas, vestida con un chandal. Evaristo ya se había ido.
Lo primero hacían un footing por el barrio. Luego saltaban a la comba. Y finalmente la profesora le enseñaba tanto a cubrirse como a atacar.
Ana se entusiasmaba con el entrenamiento.
Y al menos comenzó a cubrirse cuando Evaristo la pegaba.
“Debes cubrirte tanto el hígado como la cara”, le decía Monse.

Cuando ya llevaban un año entrenando, y combatiendo entre ellas, una mañana llegó Earisto borracho, y dijo: “Mi putita me va a hacer una café con leche”.
Sin pensarselo dos veces Ana corrió a hacerle un café. Pero algo había distinto en su interior.
Y así fué porque cuando hubo servido el café lo cogió y lo volcó sobre la cabeza de su marido.
El cual se levantó y trató de darle un puñetazo a Ana, quien lo esquivó y acto seguido: Directo, directo, croché, gancho...
Evaristo se desplomó cuan largo era en el suelo de la cocina.
Y Ana llamó a Monse, con quien se fué a vivir tras coger sus cosas.
Vino después la separación y el divorcio. Pero eso sí nuestra aspirante ya sería por siempre respetada por su contrincante. 
                                                            Kiko Cabanillas.

25 de enero de 2016

-En la cárcel de nuevo-

Por tráfico de drogas y resistencia a la autoridad con uso de fuerza, y teniendo en cuenta su reincidencia, dos años y medio de prisión a cumplir en la cárcel coruñesa de Monterroso.
Mis amigos me defenderán y me cuidarán...
Ya han apagado la luz.
Es la hora de la meditación.
Somos cuatro en mi celda.
Y uno ya me ha propuesto tener relaciones homosexuales.
Por lo que puedo adivinar: Otro le ha dicho que sí. Gemidos y mas gemidos.
Ya en silencio pienso.
¡Estoy hasta los “güevos” de los maricones. Deberían tenerlos aparte y juntos, así se podrían sodomizar hasta la extenuación.

Bueno...¿Hubo chivatazo o fué casual que viniera una grillera a detenernos?.
Cierto es que si te chivas te reducen la pena, pero...
Hay que ser “ijoputa” para hacerlo. Y además te la juegas. Yo no querría vivir en una cárcel siendo un chivato. Son los apestados.

Y a María que le voy a decir. Otra vez...
Los niños ya son mayores para darse cuenta de todo. Menos el Tommy que no se da cuenta de nada porque está enganchado a la heroína. Bueno si se da cuenta porque cuando por fin vuelvo a casa me ha vendido todo lo vendible. Y a su madre le falta carácter para darle un par de "yoyas".

La primera noche que me encierran nuca duermo.
Pensar y pensar, hasta llegar a la obsesión.

¿Arrepentimiento?. De qué lo único de lo que me arrepiento es de que me hayan detenido.
Claro que al educador no le voy a decir eso.
Además no quiero llevarme mal con el porque me deja libros de la biblioteca de prisión que son realmente interesantes.
Él me insiste en que estudie una carrera. Y yo pienso: Claro si no fuera delincuente: Dedicación absoluta.

Ya suena la campanas para el desayuno. De nuevo esa mierda de café, que me da una terrible acidez.
                                    Kiko Cabanillas.

22 de enero de 2016

-Cuando el cine se hizo realidad-

Como casi todos los domingos, que ponen algo interesante, me dispuse a ir al cine en el Centro Comercial los Rosales, ubicado a diez minutos de mi casa.
Vivo sólo desde hace unos meses, por lo cual lectura y cine se han hecho algo fundamental para mi.
De todos todos modos hecho mucho en falta los cine clubs de Madrid, Fimotecas y pelis en versión original.
Aún así, miré en Internet que ponían...
Harrison Ford. Reponen “En busca del arca perdida”. Versión “Tú mismo”.
La verdad es que a mi Harrison Ford siempre me había resultado simpático. Así es que decidí ir.

Perdone que es la versión “Tú mismo”.
Ya lo verá. Es una sorpresa. Para socios habituales como usted.
Bueno deme una entrada, fila cuarta centrada.

Entonces tiene que tomar esta pastilla, y me dio una cápsula amarilla y un vaso de agua. Hasta que la tome no le puedo dar la entrada.

Ingerí la susodicha y me dirigí a la sala dos.

Había una cola a la entrada y me puse en la misma.

Iban pasando uno a uno, con una diferencia de cinco minutos. Me faltaban tres usuarios para que llegase mi turno. Fue entonces cuando comencé a sentir los efectos de lo que sin duda era una droga.
Una sensación de irrealidad se apoderaba de mi.

Miré mis pies. Y cual fue mi sorpresa cuando observé que estaba calzado con unas andragosas botas
y llevaba pantalones sucios y camisa desabrochada.
En la mano derecha portaba un látigo.

Entonces llegó mi turbo: La señorita me hizo pasar y me dijo: “Sin perdón Indi”.

Ya en el interior de la sala pronto comprendí que estaba en una selva. Había muchos indigenas -creo que eran- y allí en el fondo...
Varios de esos individuos me miraban con odio. Entonces ella gritó: “Indi”.
Para mi fue como un revulsivo espiritual.

Había una liana frente a mí. Y sin pensarlo dos veces la así con fuerza...No comprendo como lo hice, yo siempre había sido un pato en deporte.

El caso e que estaba volando sobre mis enemigos, que habían comenzado a dispararme flechas. Y me dirigía hacia mi amada defendiéndome con el látigo. También llevaba un revolver, pero no hice uso de él.

Llegué hasta ella, la cogí y la coloqué sobre mis hombros. De nuevo viaje en liana y al caer en el suelo de las selva ni un cartel que decía EXIT. Comprendí que debía dirigirme allí.
Dejé a mi amada y tras atravesar esa puerta puse fin a mi aventura.

“¿Qué le ha parecido la “Versión tu mismo”?”, preguntó la azafata.
                         Kiko Cabanillas.

21 de enero de 2016

“Stop”. Pontevedra

            Treinta años después volví a pasar por el bar “Stop”. Milagro: Seguía existiendo.
“¿Siguen ustedes teniendo bocadillos de calamares?”. “Claro, a veinte euros”.
“Un bocadillo y una estella, tercio”.
No habían cambiado, tardaron una eternidad en servirlo.
El primer bocado que le dí me hizo rememorar cuando unos adolescentes rojos y nacionalistas frecuentábamos el lugar, hace una eternidad.
Cerca del bar estaban “los tubos”, de hormigón, donde íbamos a beber vino de pasa y a fumar costo, (hachís).
Íbamos toda la pandilla al Instituto Sánchez Cantón. Y cuando “copábamos” (hacer pellas) quedábamos en la Cruz (de la Alameda), donde Carlos tocaba la guitarra (“Cuando tengo tabaco todos vienen a mí...”).
Cerca de la Alameda estaba también la parada del trole a Marín, que cogíamos ocasionalmente para ir a ver pelis porno a Marín.
Cada cierto tiempo pasaba cerca la Cruz Pili, que estaba buenísima. Y que salía con un “yonquie”. Le decíamos todo tipo de obscenidades. Yo incluso le tocaba el culo en la cuesta de entrada al istituto (de lo cual me arrepiento sobre manera).
A veces también me juntaba con Caride y el Nanas. El primero vivía en una casa muy humilde debajo del puente de la Barca. Y el Nanas era brasileño y mulato.
En la Cruz diseñamos un plan para pirarnos de casa. Trabajaríamos de lo que fuera y llevaríamos una mochila de marigüana.
Tras la ingestión masiva de vino de pasa y porros íbamos a Gólope, a cuya puerta estaba Pirri, que nos hacía la vida imposible. En señal de protesta siempre le dejábamos alguna “pota” a la entrada.
Cuando conseguíamos entrar sin pagar rematábamos la “mierda” fumando más, y raramente consumiendo alguna “birra”.
Cuando estabamos colocados siempre cantábamos el Himno Galego.
Y allí en el centro de la pista se colocaba el “heavy” o “Patoso” (por sus habilidades nulas para coordinar movimientos deportivos). Acabó con Sida y tirándose por la ventana de su casa.
El Sida asoló nuestra generación (por vía parenteral). También fallecieron de este mal los dos hermanos de Carlos, quien compartía conmigo ser familiar de pudientes. El era nieto Filgueira Valverde y yo hijo de un conselleiro.
Los fines de semana y en verano íbamos a la playa a Marín (en trole) o a Sanxenxo.
“Pontevedra boa vila, da de beber a quen pasa”.

20 de enero de 2016

-Tarjeta del club-

Era un día lluvioso en A Coruña, salí de casa después de desayunar, leer la prensa en Internet y ducharme. Fui a comprar el pan, haciendo una excepción pues mi régimen no me permitía comer este producto.
Mi mente estaba como el día: Turbia.
Me dirigí a “Xeito” donde otras veces ya me había atendido Rosa.
“ Le interesa sacar nuestra tarjeta de cliente, hacemos grandes descuentos”

Para mi aquello fue como una declaración de amor.
Ella me quería de cliente.
“Por supuesto que me interesa”, contesté.
Y a partir de ese día volví a comprar pan todos los días e incluso cruasanes para el desayuno.

Yo iba ansioso todos los días a la citada panadería. Y esperaba...
Hubo un días que incluso me dijo: “Buenos días, como está usted”.

Iba camino de la panadería y pensaba: Hoy sin falta me declaro y le propongo el matrimonio. Yo creo que tengo posibilidades. ¿Y si tiene novio?.

Pero al llegar a “Xeito” la idea se me iba de la cabeza.

.”..Y ella dejará de trabajar. Viviremos de mi pensión. Y será toda entera para mí.
Tendremos hijos y se parecerán a mí, con sus hermosos ojos.
Ella podrá estudiar y cuando esté altamente cualificada podrá incluso trabajar”.

Una baguete y dos cruasanes, por favor.


Heredaré, entonces tendremos una situación económica desahogada y podremos irnos a vivir a Combarro, donde compraremos una chalet. Allí ella trabajará “on line” y yo podré seguir escribiendo. Todo será perfecto.

Ese día se lo diría: Estaba decidido. Y cuando se acercó a mí para atenderme sin pensármelo dos veces le espeté: “Tienes pan sin sal. Es que estoy a régimen".
                                                   Kiko Cabanillas.

19 de enero de 2016

-Pino en el tren-

Aquella mañana del viernes estaba yo sentado en el tren que me llevaría desde A Coruña a Madrid. Llegaría a la hora de comer: Con mi ex-mujer y mis hijos.
Mi vagón estaba impoluto, sin recordar ni por asomo aquellos trenes que cogía yo en mi juventud . Ahora seis horas, escasas. Antes toda una noche en literas, con quintos fumando porros.
En esto llegó Fredy, elegante con un maletín.
Sólo llegar se dirigió a uno de los extremos del vagón. Y apoyando su maletín en un asiento se bajó los pantalones y empezó a emitir gruñidos.
¡Sería posible, estaba cagando!.
En esto el tren ya había salido.

Yo recordé en ese momento la costumbre india de defecar en comandita, alineados en la calle.
Quizá sea todo una cuestión cultural.

En esto comenzaron las críticas en alta voz: -“¡Cerdo!”, -”Parece mentira, a su edad”.
Hasta que finalmente una mujer vestida con un traje horroroso se acercó al depositante y le dijo: “No le da vergüenza. Está usted dando un escándalo”.

A lo que Fredy respondió: Señora me hace usted perder la concentración. Y así tardaré más.

“Pero por dios si hay cuartos de baño”, señaló la señora.

“Yo prefiero aquí. No tiene usted que molestarse. Es algo bien natural. Cuando acabe lo limpiaré todo”, contestó el interpelado.

La señora, roja como un tomate, volvió a su asiento.

Era tal lo bien que me había caído Fredy que, cuando supuse que había acabado, me acerqué a él y le ofrecí un paquete de clinex.
A lo que él, en tono complaciente, respondió: “Muchas gracias caballero”.
                                            Kiko Cabanillas.

18 de enero de 2016

-Misteriosa persiana-

Una buena mañana de mediados de enero del 2016 me desperté y me dispuse a abrir la persiana de mi cuarto.
Miré hacia el exterior y, aunque no había amanecido del todo, el cotidiano paisaje había variado totalmente: Donde antes había una carretera ahora había un campo pelado de árboles y gente corriendo en él.
“Debo estar dormido aún”, me dije. Pero un silbato desde el exterior me reconduzco a mi actual situación.
Unos nudillos sonaron en la puerta: Y apareció el: Fernándo.
Había convivido conmigo en Pontevedra de adolescente. Y aunque muy envejecido: Debía rondar los cincuenta...Sus ojos azules y su sonrisa seguían intactos.

Verás Kiko soy el encargado de contarte que en realidad has fallecido. Te caíste por las escaleras de tu duplex y te rompiste el cuello. Como vivías sólo nadie pudo socorrerte y la muerte te vino por asfixia. Ahora estamos en una residencia, donde permaneceremos hasta ser juzgados. Para tu tranquilidad te diré que más de un 70% de nosotros vamos a pasar a lo que vulgarmente se conoce como cielo, que no es tal. Pero sí es el estadío espiritual superior.

Es decir lo que yo había creído ver por mi ventana no era A Coruña, sino el Más Allá en el que ahora vivía. Sin dudarlo un momento llamé a Fernando, quien no tardó en venir: Y le dije: Quiero ver a tres personas: Mi primo Carlos, mi madre y David. Seguro que los tres están en el estadío superior.

Y así fue como retomé durante días y días mi conversación con mis muertos: Málaga y su Feria, el gazpacho y el alpinismo.

Para mi grata sorpresa me dijo Fernando que no necesitaba chillar porque con sólo desearlo mis sueños se harían realidad y al instante se presentaría la persona deseada.

¡Ah! Y ya me olvidaba: Los tres pasamos al estadío superior: El cielo.
                                              Kiko Vacanillas.

15 de enero de 2016

-Accidente en todo caso-

Me desperté en una cama de hospital. Estaba con una pierna elevada y con el torso y la cabeza vendados. Un goteo bebía de una bolsa que colgaba a mi lado.
Había otra persona a mi lado, quien me dijo: “Buenos días”.
Comencé a recordar todo: Había sufrido un accidente en moto en Portonovo.
Perdí el conocimiento sin duda. Y ahora estaba ingresado en el hospital al que sin duda me habían trasladado.
¿Y mi familia?. Yo no era más que un adolescente...Padres y hermanos...¿Dónde estáis?.
De nuevo volvió ese intenso dolor: Todo comenzó a nublarse..
Y perdí el conocimiento.
Recordaba el accidente: Estábamos en la melé. Yo jugaba de segunda.
Choqué con mi cabeza contra la cabeza de un pilier.
Ahí empezó mi sueño.
Pero...¿No había sido en moto?.

Que va, había sido en un partido de rugby San Pablo-Cisneros.
Tras el impacto había perdido el conocimiento y tras pasar diez minutos inconsciente sobre el campo de Cantaranas fuí aupado por mis compañeros y trasladado a un coche, en el que fui trasladado al hospital Clínico, donde ahora me recuperaba.

El choque fue tremendo: Mi moto impactó contra el coche frontolateralmente. Y mi casco me libró de una muerte segura.
El turismo era un Seat Ibiza. Y al volante iba una hermosísima universitaria, que había tomado la curva muy abierta, de modo que invadió el carril contrario por el que circulaba mi Vespa.


Entonces vino el médico y me dijo: “No te preocupes, nada grave...Tienes una conmoción. Tu mujer y tus hijos están aquí. En seguida podrás verlos. Como sabes has sufrido un atropello en A Coruña. El culpable ha sido detenido por la policía. Y en breve pasará a disposición judicial. Pasarás por un período de mucha confusión pero en seguida te recuperaras”. 
                                                      Kiko Cabanillas.

14 de enero de 2016

“hptt”.

Como todos los días yo me disponía a escribir mi relato, que subiría a continuación a www.tustextos.com y mi blog literario. Esto es, que enciendo el ordenador y trato de abrir un archivo antiguo que debería borrar por estas ya subido a la web.
Pero no se abre y dice: “Imposible el acceso al arechivo por “htpp””.
“¿Pero bueno, que coño es eso de “htpp”?”.
Intento abrir otro archivo. Y lo mismo.
Trato de acceder a Internet y “htpp”.
Y cabreado le doy un golpe al escritorio

-”¿Por qué no pegas a tu puta madre?”, me dice el ordenador.
-”Verás soy el duende ijoputa que vive en este disco duro.
Pude observar para mi fascinación que tenía un rabo colorado.
-”El caso -prosiguió- es que me tiré dos pedos y borré Internet a través de Mozzila y varios archivos”.
“Para arreglarlo -continuó- deberás llamar a un técnico”.
Y eso hize. Claro que al técnico nada le dije del duende por miedo a que me tomase por loco.

Él me dijo que por actualizar el World se había producido algún desajuste.

-”Si tu supieras del poder de la aerofagia de los duendes”, pensé.
  por kikovacanillas

11 de enero de 2016

-Ducha callejera Ricor-

   Con la edad me había convertido en un millonario excéntrico: Mi última creación: Instalar en el barrio de Los Rosales duchas callejeras donde pudieran asearse mendigos y demás “sin techo”.
Las obras corrieron a cargo de la empresa Ricor, que dado el fin humanístico de la empresa sólo me cobró el material.
Estuvimos publicitando esta iniciativa, así que cuando llegó el día del estreno cientos de personas estaban esperando su turno.
Entraban por una puerta que daba acceso a una cabina donde se quitaban la ropa, se les entregaba un champú y una pastilla de jabón, así como toalla, y procedían a la ducha colectiva en una habitación que recordaba a la de las cárceles o gimnasios.
Todo transcurrió con normalidad excepto varias peleas entre borrachos. Pues muchos de ellos eran alcohólicos.
La primera semana fue todo de maravilla. Pero en seguida surgieron los problemas de integración.
El barrio se degradaba a ritmo creciente con el nuevo sistema de aseo. Y las casas se devaluaban.
Además surgieron peleas y atracos en la zona.
Los vecinos acudieron a los medios de comunicación y al Ayuntamiento.
Pero éstos no se lo tomaron en serio hasta el día en que apareció el cadáver de Fredy en el interior de las duchas, con varios golpes de por sí mortales y con una navaja clavada en el hígado.
El alcalde y el Concejal de Asuntos Sociais prometieron ayuda, que nunca dieron.
Y...¿Cómo se solucionó todo?.
Pues bien. Un buen día, estando las duchas a plano funcionamiento, salía de las mismas un indigente todo sucio y apestando, gritaba: ¡Sale mierda!.
La escena se repitió con todos y cada uno de los usuarios.
Y así fue como dejaron de usarse las duchas que tras su abandono fueron desmontadas y usadas en las playas aledañas a la ciudad.
Y ahora diré quien fue el promotor de la idea de que las duchas emitiesen heces líquidas: Pues bien, fui yo: El mismo que había promovido y financiado la construcción de las mismas. 
Más...

10 de enero de 2016

-”Maxi Cal” cambiará mi vida-


“Nuestro producto es realmente necesario para cambiar tu existencia.
Esos excesos de Cal que ensombrecen tu vida. ¿Quieres ser feliz?. Pues te ofrecemos la solución: Adquiere “Maxi Cal”. Y todos tus problemas pasarán a ser parte del pasado.
-Todo iba mal y adquirí “Maxi Cal”. Fué la solución milagrosa. Mis amigos volvieron a casa-
Insisto: ¿Quieres ser feliz?.
Pues llama al 902902902 y reserva tu pedido”.
Ni que decir tiene que el buen Ernesto -de 92 maños- llamó de inmediato y reservó diez “Maxi Cal”. Si bien llamando a escondidas para que en la residencia no frustraran su acto humanitario. Acto seguido el buen Ernesto voló por la residencia hasta juntar las nueve personas que serían los beneficiarios de su regalo.
El procedimiento era el siguiente: Los localizaba y les preguntaba: “Quieres ser feliz”. Entre la sorpresa y la confusión se movían las respuestas de sus vecinos.


Pero esta milagrosa oferta llegó a oídos de la directora, Eva, quien llamó a Ernesto a su despacho y le dijo: Nos hemos enterado de que ha adquirido productos para combatir la cal en un 902.
Que sepa que ya hemos llamado para anular el pedido. Está terminantemente prohibido.

Qué pasa Eva: ¿Es que acaso no quieres ser feliz?. ¿O es que acaso estás enfadada conmigo porque no te reservé uno?.

9 de enero de 2016

-El eterno sueño-


-¿Para que coño me das palmadas en el culo?. “Buaaa, buaaa"...

-En fín no he vivido tan mal.

-¡Qué bien se está así calentito!.

-Cuánto hipócrita esperando que me muera.

-Seré grande como ellos y tendré muchos amigos.

-Sólo quereis mi dinero.

-¿Tendré hermanos?.

-La única mujer que desearía aquí y ahora está muerta.

-Sí tengo hermanos. Y yo también quiero jugar al escondite. Pero...¡Qué tontería si no me puedo esconder!. Y aquí en la cuna me encontrarían rápido.

-Y amigos sólo me quedan dos. Y uno de ellos paralítico y el otro con Alzeimer.

-Viajaré al país de los duendes. Y me enamoraré.

-El amor...Bueno mientras dura. Pero es tan efímero...

-Y seré arquitecto para construir puentes. Y grandes edificios.

-Mi oficio fue mi pasión: Hice los mejores zapatos del mundo. Pero llegó la modernidad y se acabó el trabajo artesano. Todo en serie y con computadoras.

-Bueno habrá que dormir. Es de noche.

-Cerraré los ojos. Quizás para siempre: ¡Esto es todo amigos!.



“La vida es un sueño del que no despertamos”. Antonio Hernández (“Nueva York después de muerto”).