5 de febrero de 2016

-Alcohólico de “Carrefour”-

Todo comenzó el día en empecé a comprar mi botella de “JB” en el “Carrefour”, básicamente porque no podía mantener el gasto de copas de güisqui sueltas en el bar de Modesto.
Y digo que comenzó porque pasé de consumir dos o tres copas de güisquis a la semana a una botella o dos por semana. Dependiendo de si escribía poesía (dos) o narrativa (una).
El caso es que al poco tiempo estaba absolutamente enganchado a un nuevo hábito. Además, no por ello dejaba de beber en la calle: Pues no había renunciado por completo a mis copas con Modesto.
Y el tiempo corría en mi contra. Alguna semana llegaba incluso a tres botellass, copas sueltas aparte.
Es muy típico lo del escritor que bebe, pero en ello caí sin poder evitarlo.
Pronto abandoné todas mis ocupaciones: Trabajo en la ONG, clases en la Senior, así como las clases de español a inmigrantes.
Comencé a descuidarme en el vestir. Y en el bar de vinos próximo a Modesto hice nuevas amistades, de borrachos como yo.
Fue mi padre el primero que se dio cuenta. Y me propuso acudir a “Alcohólicos anónimos”.
Hice un par de amagos de dejarlo, pero...Si no bebía no escribía. Y retorné.
Lo que no abandoné fueron mis clases de Filosofía, en especial las dedicadas al “Malditismo de Rimbaud” en la Bilioteca Municipal de Los Rosales. Por el sencillo motivo de que allí podía justificar intelectualmente mi clara enfermedad.
Pero nada era justificable.
Empecé a publicar. Y a viajar para las presentaciones de mis libros de poesía.
Y en este ámbito como que estaba justificado que bebiese. Todos lo hacían.
Pero cuando ya gozaba de reconocimiento y vendía todos mis libros no por ello dejé de comprar botellas de JB en el Centro Comercial Los Rosales.
                                     Kiko Cabanillas

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