7 de febrero de 2016

-El “caballo”: Una alternativa espiritual.

Cuando están puestos: Otro mundo. Ausentes. En paz. “Voy bien quizá alucinando. No quisiera tener que parar...”.
Dentro de los maravillosos reportajes que hice de “free lance” tras el accidente que por poco me costó la vida y que me dejó de recuerdo una minusvalía, redacté e hice fotos para “El paisaje yonkie de Galicia”: Recorrí los picaderos de Galicia e hice entrevistas con drogadictos y técnicos en desintoxicación.
Era ya un problema que no me era ajeno; Los hermanos de Carlos: Jacobo y Jose habían caído en Pontevedra, donde también llevé un día a su casa a Rafa tumbado en unos bajos con una jeringuilla “chuta” a su vera.
Asimismo, Luis “El patoso” (incapaz de la mínima destreza deportiva) abrazó el caballo. Luego llegaría el Sida. Y la decisión de tirarse por la ventana de su cuarto para poner fin al infierno.
Y el último caso que conocí muy de cerca es el del portugués Fernando, a quien traté desde la ONG Ecos do Sur. Superaba los cincuenta. Y había dejado la heroína por el alcohol. Tenía Sida y había estado preso.
Hagamos una reflexión sobre el caballo: ¿Qué les da la heroína?. ¿Qué buscan tan desesperadamente?:
El espíritu. El caballo es espíritu por vía parenteral
Rápido y nítido ascenso al Nirvana.
Y si llevas una mierda de vida pues con más motivo.
Colectivos sociales marginados. Presos. Putas. Desequilibrados. Todos venid a mí: Yo, que tengo nombre de bestia galopante, os daré trotre, os daré galope. Correréis como centellas. Y sólo pensareis en el próximo pico.
                                                          Kiko Cabanillas.



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