Todo esto sucedió el lunes de
carnaval.
Estaba yo ya muy tarde en la Biblioteca
Municipal de Los Rosales sumergido en la sección de poesía...
“Cerramos”, dijo una voz femenina.
“Voy”, contesté. Pero...
En plena búsqueda de jóvenes poetas
hispanoamericanos.
Se apagaron las luces y dejé mis
consultas y me dispuse a salir.
Ya no quedaba nadie y...La puerta
estaba cerrada con llave.
¡Me habían dejado encerrado!.
Además mañana era festivo.
Acudí al teléfono pero no daba señal.
Pasé una hora de verdaderos nervios.
Sin embargo...
Estaba encerrado en una biblioteca:
Verdadero sueño.
En un primer momento me dirigí a la
sección de cultura: Promoción Poética de los Cincuenta.
Caí bajo la lírica de Gil de Biedma,
Goytisolo, Ángel González...De la Poesía Social al Intimismo.
Ya lo había leído todo pero volví a
leer la que consideraba la mejor poesías contemporánea española.
Cuando me dí cuenta ya eran las dos de
la mañana.
Entonces comencé con la narrativa: “La
librería ambulante”, de Christopher Morley: Una mujer deja su vida
anodina y aburrida en una granja para seguir a un vendedor ambulante
de libros. Le compra el carromato y comienza una nueva vida.
Finalmente se enamora de su vendedor, quien le vende todo el negocio
porque se quiere dedicar a escribir.
A continuación, a las seis de la
mañana, retomé la Antología de la poesía hispanoamericana
contemporánea 1914-1957, de José Olivio Jimenez. Me extasié con
Neruda, Carlos Pellicer, Jorge Gillén y Octavio Paz.
Sólo había algo que eché realmente
de menos: Mi botella de JB.
A las ocho de la mañana llegó la
limpiadora, quien trabajaba en festivo gracias a dios. Y abrió para
limpiar el suelo de la biblioteca..
Reconozco que dudé un momento si salir
o continuar con mi romance.
Finalmente abandoné el lugar y nunca
lamenté lo sucedido.
Kiko Vacanillas.
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