Llevaba ya un mes entrenando con mi
entrenador personal: Nando, en la Casa del Agua de A Coruña. Pesas,
bici estática y ejercicios de equilibrio, así como tareas
cognitivas y estiramientos.
Acababa siempre con la bici estática.
Y fue haciendo este ejercicio cuando me dijo: “Kiko te voy a hacer
una propuesta que no podrás eludir”.
“Podrás volver a andar sin problemas
e incluso correr como antes si sigues mis instrucciones”.
“Bien, Nando, tú dirás”, le
contesté sumido en la confusión.
Y el siguiente lunes se presentó con
un brasileiro en clase.
Me lo presentó y me dijo: “Xoán
vivirá por tí”.
Mientras tu permanezcas en el gimnasio
tu alma te abandonará y se insertará en el cuerpo de Xoán. Y tú
seguirás siendo el mismo en tu entrenamiento. Pero tendrás, como
decirlo, una doble vida.
Así fue como yo comencé a vivir como
Xoán: Footing, paseos, visita a museos. En fin todo lo que mi
discapacidad no me permitía hacer.
Un día estaba yo viviendo un paseo de
Xoán y una sesión de ejercicio en el gimnasio cuando una idea se
apoderó de mi: Si me suicidaba como Kiko en el gimnasio viviría
exclusivamente como Xoán.
Así que ni corto ni perezoso compré
unas cuchillas y un día en la sauna como Kiko, y en el puerto como
Xoán, puse término a mi existencia.
Tal como estaba previsto viví en el
cuerpo de Xoán una nueva vida.
Y la gente, ante mi muerte, comentaba:
Nunca fue el mismo desde que sufrió el accidente automovilístico.
Estaba muy deprimido.
Y efectivamente no era el mismo.
Una idea obsesivamente me atormentaba:
Qué sería del anterior Xoán. ¿Lo mataría también con mi
suicidio?.
Un día visité a Nando y le conté
todo lo sucedido.
A partir de ese día fuerzas del mal
se enfadaron conmigo por revelar el secreto.
Y muchos devenires sucedieron a partir
de entonces. Pero eso es tema de otro relato.
Kiko Cabanillas.
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