1 de febrero de 2016

-Un sólo caso o la muerte.

Estaba yo redactando en mi despacho, habida cuenta de que tenía poderes para trasladarme allí donde indicara en mis escritos cuando...
Tras leer mucho sobre el último terremoto en Nepal, comencé a escribir al respecto al objeto de ser trasladado a la zona. Y así fue.
Estaba entre cascotes vestido con un mono de la Cruz Roja.
Entonces escuche sus llantos: Provenían de debajo de unas piedras que conformaban lo que sin duda fue una cornisa.
Entonces me dirigí al lugar y me dispuse a retirar cascotes para acceder a la niña.
Tras dos horas de trabajo lo conseguí.
La niña estaba magullada pero en perfecto estado de salud.
La abracé y con ella me dirigí al puesto de la Cruz Roja.
Allí la dejé.

Debería dar por concluido mi viaje. Así lo sentía, pero...
Sin poder parar ni un minuto seguí ayudando al rescate de personas.
Pero sabía que debería conformarme con el rescate de la niña y volver a escribir para regresar.

Y entonces fue cuando cayó sobre mí aquel muro. Quedé aprisionado y con un fuerte golpe en la cabeza.
Gracias a dios que tenía un cuaderno conmigo y un boli.
Rápidamente redacté: “Y entonces se despertó en A Coruña”.
Y sin más así fue.
Estaba en mi casa de A Coruña desde donde pude seguir por Internet las noticias sobre el terremoto de Nepal.
Sin duda mi otro yo había fallecido, pues estaba aprisionado y con un fuerte golpe en la cabeza.
Nunca más volvería a incumplir el pacto acordado: Tras finalizar la situación requerida volvería de inmediato a mi hogar.

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