Un parche cubriendo su ojo izquierdo.
Rostro impertérrito y mueca en la boca.
Surcó los mares desde los quince años,
con el viejo Sandor, quien encontró las muerte en una batalla contra
corsarios.
Ahora era su turno y él lo sabía,
Si algo caracterizaba al joven Sandor
es que violaba a mujeres, hombres, perros y loros cuando conquistaba
la bandera ajenas.
Pero ahora estaba irreconocible: Sandor
se había enamorado. Y cultivaba zanahorias.
No salía de su casa. Había abandonado
el ron y sólo bebía leche.
Pero yo, “Kiko el canalla” no estoy
dispuesto a permitir tal tropelía...
Recuerdo Sandor tus promesas de darle
la vuelta al mudo: Saqueando y violando.
Ten paciencia. Llegarás a viejo. Y
entonces podrás disfrutar de todos los tesoros que habrás
acumulado.
En resumidas cuentas Sandor no se te
permite que nos abandones. Tu lírica debe fluir. Y debe ser
compartida.
Olvida el cultivo de zanahorias.
Empresa para mujeres -menos para “Sara la devoradora”- y para
enfermos.
Acaso no recuerdas cuando bebías ron
en los cráneos de tus enemigos.
No ves acaso que cientos de mujeres
sueñan con la posibilidad de ser violadas por ti.
Tu lirismo sostenido.
Tu amor por las mujeres.
Tus críticas complacientes.
Sandor me prometiste dar la vuelta al
mundo. No me dejes tirado en el Lérez.
Kiko Vacanillas.
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