Estaba sólo en casa el domingo pasado,
así es que decidí invertir mi libre en aprender a descargar fotos
desde mi máquina digital al ordenador.
Cogí la cámara del armario, la
encendí y las conecté al disco duro. Le dí sal OK y todas las
fotos que previamente había hecho pasaron al ordenador.
Entonces pulsé “Mozila Thunderbird”
y cree un correo electrónico. Le di al “Adjunto”. Y busqué la
foto. Operación que me llevo mucho tiempo hasta descubrir cómo se
busca la foto. “Imagen” y doble click en la foto deseada. Y
“Enviar” sin más.
Finalmente hice la prueba de imprimir
la foto.
Le dí a “Imprimir” y...
Efectivamente comenzó a salir impresa
la foto, pero..
¡No paraba de salir papel!.
Ya habían salido como dos folios
seguidos.
Y tres y cuatro y cinco.
Entonces cogí un folio y leí: “No
me toque los cojones”.
Parecía como si el ordenador estuviera
enfadado conmigo.
Decidí abandonar el despacho un rato
para ver si pasaba. Pero cuando volví todo era peor.
El suelo estaba cubierto de hojas
impresas.
Ya sé: Desconecte la corriente. Y como
por arte de magia la impresora la impresora siguió funcionando.
Incluso cuando se acabaron los folios.
Reponía las hojas. Y de algún modo
tenía una alternativa a la electricidad.
“Esto es magia”, me dije a mí
mismo.
La hecatombe siguió su curso. Fui a
buscar a José el portero para ver si me ayudaba. Pero no estaba.
Cuando llegué al despacho casi no
podía entrar. La puerta de la terraza se había roto y los folios
salían a la calle. Era una auténtica invasión.
Llamé a María la doméstica y cuando
llegó le expliqué lo que había ocurrido en el piso superior del
piso: En el despacho.
Subió conmigo y: ¡Todo estaba
normal!.
“Debiches soñar meu fillo”.
Kiko Cabanillas
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