6 de abril de 2016

La India Huele a Vida.

                                         Color, olor, sabor, miradas...India cautiva sólo pisarla.
Hace treinta años -siendo yo un jóven veinteañero- fuí un verano a la India con mi hermano menor y con cuatro amigos de Salamanca: dos gemelos judocas, un jugador de rugby -como mi hermano y yo- y un alpinista -como yo-.
El alpinista se me quedaría años más tarde en Los Alpes: Vease “David y Kiko en la India”.
Aterrizamos en Bombay: Gran ciudad/pobreza/ saries y ricksaus.
Arroz muy especiado y chapaties -pan indio-.
Realizamos un interrail alrededor de la India.
Sur de la India: Playas de anuncio, naturaleza...
Trenes de la India: Centros sociales realmente interesantes donde el tiempo parece detenerse -comían/cocinaban en los vagones-.

Y por fín Calcuta: Fuimos Voluntarios de la Madre Teresa.
“Kali Kata” es la India al 100%.
Mendicidad, pobreza, enfermedad.
Y MUCHO ESPÍRITU.
Tienen las miradas más hermosas que he visto yo en mi vida.

Y para acabar el viaje: Nepal, Katmandú.
Donde las mujeres llevan un atractivo punto rojo en la frente.
El Himalaya es el cielo.
Alturas inaprehensibles, niños cargando pesos tremendos con un cesto del que tiran con un paño unido a su frente.

Y de Nepal a Nueva Delhi y de allí a España.

Yo me traje de recuerdo una amebiasis hística, que me adelgazó cuarenta kilos (no os preocupeis ya por entonces pasaba de los cien).
Pero lo más importante que me traje de la India fue un vital espíritu que me mantendría en el Nirvana casi dos años. Luego poco a poco moriría la Poesía. O casi. 
Kiko Cabanillas.

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