13 de abril de 2016

Mi gente: Mis cuartos.

Regresaba de tomar el vermú en el bar leonés de cerca de la Plaza de Pontevedra de A Coruña.
Había tomado queso y cuatro bebidas alcohólicas, así es que volvía realmente animado.
Por el camino me iba quejando de mi vida en solitario, pues beber sólo es una de las experiencias más tristes que hay.
Así fue como fantaseando, me imaginé que personas queridas me esperaban en casa.
Comencé a hablar con ellos con mi subconsciente. Con serias dificultades para distinguir ficción y realidad.
Finalmente llegué al divino hogar. Y al ir a abrir la puerta sentí voces en el interior, que enmudecieron al oírme entrar.
“¿Quién anda ahí?”, grité.
Y al no oír a nadie miré en primer lugar en el salón.

Con una risa nerviosa me recibió mi prima Vicky, cuyos ojos azules siempre me maravillaron.
“No te voy a preguntar qué haces aquí. Me alegro mucho de verte. ¿Qué tal estas?”.
“Aún tienes más sorpresas”, dijo mi prima.

Efectivamente entre a la cocina y allí estaba mi fallecida madre, haciendo un gazpacho.
“Hola Kiko. Te voy a dejar algo de comida hecha. Ya que no tienes nada te he traído de todo un poco”, señaló. Acabo de cocinar y me voy.

En mi cuarto estaban tumbados sobre mi cama y sobre la de mi mujer: Mis primos malagueños: Enrique y Carlos -también fallecido-.
“Bien queridos...Os voy a invitar a comer a la Penela, con Vicky. Un buen pescado. Y algo de marisco si no es muy caro”, destaqué.

Finalmente en el cuarto de Julia estaba mi hermano Javier, al que comuniqué que estaba participando en concursos literarios gracias a un listado que me había conseguido Ana, mi profesora de Gallego. Pues fue Javier quien mejor me instruyó para que comenzase a escribir en distintas web
Asimismo le sugerí que viniese a comer con mis primos. Y el me contestó que en su caso sólo estaba autorizado para permanecer en mi casa media hora...Pero que a mis primos -que si tenían permiso divino- les haría muy felices.

Y de nuevo estaba sólo en mi salón ante el ordenador, escribiendo sin pausa e imaginando historias que me sacasen de mi solitaria existencia.
                                       Kiko Cabanillas



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