12 de abril de 2016

Yo nací camello.

Siempre recordaré el primer día. Tenía trece años. Y habían adosado a mi cuerpo varias bolsas con polvo blanco. Tenía que desplazarme en bus urbano a un punto ubicado en los alrededores de la plaza de España. Lo llevaba todo en un croquis.
No hubo ningún problema.
“Hombre, uno nuevo”, dijo Eusebio.
“Tranquilo que aquí somos todos de fiar”.
“Sí mi hermano Paco me ha hablado muy bien de tí.
Cortaron mi carga y después abrieron un paquete y con una navaja probaron la mercancía.
“Fantástica”, dijo Eusebio. “Como siempre heroína de primera.

Desde ese día fui el portador de heroína a distintos puntos de A Coruña y Arteixo.
Hasta que me atraparon.
Comisaría y encarcelado.
En prisión hice muchos contactos. Y algún amigo.

Al salir, tenía que evitar siempre a la policía, pero todo fue como la seda.
Tuve a mi cargo jóvenes traficantes.
Me casé con una gitana de El Portiño.
Y mis hijos con diez años ya sabían traficar. Hacían de correos. Y ocasionalmente llevaban mercancía.
Lo que acabó conmigo fue la propia heroína. Comencé a chutarme para ver si era realmente buena. Pero acabé terriblemente enganchado.
Ahora tengo el Sida. Y todo en mi vida gira entorno a esa maldita substancia.
                                           Kiko Cabanillas

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