31 de mayo de 2016

Santi en casa.

Mi ex-mujer y mis hijos van a venir a casa en verano. El mes de agosto.
Ya estoy ordenando todo mi caos de libros, apuntes y cacharros de cocina para hacerles la vida más llevadera.
La mesa del salón la tengo con mi diccionario y los cinco o seis libros que estoy leyendo.
Sí, sí leo muchos libros de narrativa a la vez. Intercalándolos siempre con Poesía.
Cada texto tiene su momento.
Pero la verdad estoy aterrado con que ordenen mi desorden ordenado.
Cada objeto tiene su sitio, por muy extraño que éste sea.
Y lo más importante es que va a venir Santi. Va a retornar a mi vida, de la que nunca se fue del todo. Helados en el paseo marítimo. Mordiscos. Risas.
El me da el equilibrio que tanto me falta.
Alegría. Reto.
Soy su profe, su terapeuta, su amigo y su PADRE.
Está en un colegio estupendo de Madrid, donde vive con mi separada mujer.
Y yo en La Coruña rezo por que vengan pronto.
Le leeré cuentos sin que los comprenda, pero las magia de la lectura sí que le llegará.
Le cocinaré su plato preferido: Espagueti al burro.
Y helados.
Y con suerte también estaré con Julia, quien tras haber aprobado todo en primero de Derecho supongo que parará poco por casa.
Pero también les cocino a ella y a sus amigas. Aunque en muchas ocasiones me limito a pedir pizzas para todos.
Compañeras de instituto que están también comenzando la carrera y que están en esa edad que las mujeres empiezan a ser claramente adultas, y los niños seguimos siendo unos pipiolos.
A Santi se lo comen a besos. Y él encantado.
                                       Kiko Cabanillas.

30 de mayo de 2016

Sabios consejos.

Acabo de regresar de la compostelana Lamas, de la casa de mi padre, donde vive con Maló y Vento (ente canino).
Pasamos un agradable fin de semana, que comenzó tras concluir mis clases de gallego en mi casa.
Comimos una fabada deliciosa, que había hecho la doméstica y cocinera, María.
Juan Marsé: “La muchacha de las bragas de oro”, fue el libro que en esta ocasión me llevé de la biblioteca paterna. Y que una vez leído pasará a engrosar el cuerpo de los libros a devolver a mi padre. Yo también le dejo ocasionalmente alguno: Luis García Montero, entre otros.
Sabias palabras de mi padre después de leer mi blog literario: Debes seguir escribiendo para ti y los tuyos. Olvídate de publicar: Son tan pocos.
“Cada uno hace lo que puede. Y no tiene nada de malo escribir para uno mismo: A ti te ha ayudado mucho”, añadió.
Otra grata conversación versó sobre la amistad y el amor. Y partió de las premisa mía de que en política no se hacen amigos.
A lo que el me contestó que ciertamente la política es el colmo de la superficialidad, pero que el mundo continúa en la esfera personal. “Para publicar necesito un padrino del mundo editorial y no lo tengo”, aseveré yo.
Mi padre acaba de cumplir ochenta años. Y la sabiduría de los que han recorrido un largo camino está impresa en él.
Vienen a su mente recuerdos como el de aquél periódico de Pontevedra en el que escribió su primer artículo. O los saberes constantes de la editorial Losada y su estancia en la Argentina de donde se trajo innumerables libros de Neruda.
Dimos, como todos los fines de semana que voy a verle, un agradable paseo por los caminos y corredoiras de las proximidades. En ellos se para mi padre a hablar (en gallego) con los paisanos vecinos. Y cada cual tiene su historia.
Ya en casa llamo a mi pater familia para informarle de que he llegado bien. Y me dispongo a escribir.
                           Kiko Cabanillas.

27 de mayo de 2016

Julia.

Me lo acaba de comunicar por teléfono: Julia aprobó todo en primero de Derecho en la Autónoma de Madrid.
Alegría invadió mi espíritu. Y en seguida hice planes de cenar una pizza con un litro de cerveza y helado de postre. Hay que celebrarlo.
Estaba ciertamente muy mustio pues había tenido quejas de un usuario de la web que administro del Centro Comercial Área Central. Por mi pésimo galego. Que no es tan malo. Bueno escrito si es malo, pero “non na fala”.
Me dijo una amiga que la culpa era de mi jefa por no revisarlos textos.
De inmediato me colgué del “whats upp” y conté lo de las notas de mi hija.
Es inteligente y sensible, como buena Cabanillas. Pobrecita.
Darse cuenta de todo no siempre es bueno. Casi siempre es malo.
Pero tendrá música, literatura, Poesía, viajes, amores...
Y deberá aprender a vivirlos con un exceso de inteligencia y sensibilidad.
Yo le inspiraré el amor por los desfavorecidos: Inmigrantes, drogadictos, putas, presidiarios. Mi gente.
Me encataría hacerle sitio para trabajar en mi ONG, pero lo que si es seguro es que le voy a ayudar a encontrar trabajo en este tipo de empresas.
Amistad, Amor, Juventud...
Todo lo tienes Julita. Que diga “Ju”.
Y en mi tendrás un padre socialmente deficiente pero amante del Amor. Y de todo el que lo necesita urgentemente.
Tienes un padre asocial e iconoclasta. Un padre que se encuentra inflado por las fantásticas notas que me has sacado.
                                                   Kiko Cabanillas.

26 de mayo de 2016

¿Sólo?

Acababa de escribir. Y como siempre me dirigía al cuarto de mi hijo Santi -Síndrome de Down- para ver como dormía en la litera de arriba. Roncaba levemente o respiraba fuerte. Yo me sentaba en el “puff” que hay a los pies de su cama.
Allí tirado pensaba en relatos cortos que escribiría al día siguiente.
Y también reflexionaba sobre la capacidad para disfrutar de la vida que tiene Santi.
Un paseo por el paseo marítimo, un helado. No pedía más para ser feliz.
Y en el cuarto de al lado está mi hija Julia que, aunque me estropee el ordenador una vez por semana, me tiene muy feliz por ser unas joven muy inteligente y sensible. Estudiaba Derecho en Santiago. Pero pasaba los fines de semana y las vacaciones conmigo.
¡Cómo pasa el tiempo “Ju”!. Anteayer te daba paseos en tu carrito por el paseo marítimo. Y ayer fuiste a votar conmigo para estrenar tu mayoría de edad.
Pero a Julia no la puedo molestar de noche porque no me perdonaría que interrumpa su sueño.
Así es que bajo al salón -vivo en un duplex- y leo poesía mientras me entra el sueño.
Mi mujer duerme desde las doce, o más tarde si se ha quedado a leer.
Cuando yo me retiro a mi cama en ocasiones hablamos de literatura o de los hijos.
A veces también le cuento el argumento de los relatos cortos que escribo. Y siempre me hace una visión crítica de los mismos.
Ya cansado y envuelto en el calor de la familia me duermo. Me despierto inexorablemente a las siete de la mañana. Cuando escribo con la mayor lucidez. Y procurando no hacer ruido.

Esta sería una hermosa escena. Pero la verdad es que vivo sólo, pues mi mujer se ha separado de mí y se ha llevado a los niños a Madrid. A mi me quedan mis inmigrantes, mis libros y mi patológica imaginación.
Kiko Cabanillas.

25 de mayo de 2016

Bruno: Profe de Filosofía

Acaba de finalizar el Café Filosófico de la Biblioteca Municipal Los Rosales.
Eramos ocho o diez alumnos. Y Bruno nos explicaba y nos daba fotocopias de diversos autores sobre los cuales iniciábamos encendidos debates.
Para el año que viene vamos a continuar con esta iniciativa didáctica encomiable.
Convertir una biblioteca municipal en un centro de cultura que transcienda la propia labor de préstamo de libros es todo un logro, digno de imitación en otras ciudades españolas.
Lugar de encuentro y foro de debate.
Una alumna argentina apasionada fué la guinda del pastel.
Y además yo personalmente voy a participar también en el Club de Lectura que también ofrece este centro, en el que se comentan diversos títulos propuestos por el profesor.
Club de lectura y Café Filosófico que me permitirán formarme y ocupar mi ocio en base a la Cultura.
Tiempo libre invertido en actividades meritorias.
Y sobre todo no dejar jamás de aprender.
El saber no ocupa lugar. Y si ocupa, pues hay que dejarle sitio.
Kiko Cabanillas.

Capítulo II: Multas contra Amor.

Tras enviarle a mi mujer por correo las multas que tuve que pagar en el banco y otra multa que me vino del Ayuntamiento, llamé a mi padre para contarle el sucedido. Y para decirle que me tenía que separar legalmente porque no podía estar manteniendo a mi mujer y a sus multas en Madrid.
Mi padre tras mostrar su indignación me dijo que ninguna decisión de transcendencia se tenía que tomar en caliente. Y que él veía que mi situación actual no era nada mala, con mis hijos y mi mujer viviendo en Madrid. Aún así veía que a largo plazo debería separarme por el tema económico.
Cariñoso y eficiente estuvo mi padre. Y a mi propuesta de que hablase con mi suegro me dijo que este era un asunto muy personal y que debería resolverlo yo.
“Pero si no me hace ni puto caso”, alegué.
Similar actitud tuvo mi hermano Eduardo, a quien llamé a continuación
Me dijo que si no me separaba era por mí mismo, única y exclusivamente. Ya que si lo tenía claro era todo fácilmente ejecutable.
“¿Quién te impide separarte?”, me preguntó Eduardo.
Y tras reflexionar un rato...le contesté: “Yo”.
“Efectivamente tu nunca lo has tenido claro. Si ahora lo tienes es todo muy sencillo”.
Y mientras pensaba...
Sí pero como olvidar esos cuatro días en la cabaña bereber del desierto del Sáhara.
“¿Cómo arriesgarme a dejar de ver a mis hijos. Especialmente a Santi y su maravilloso Síndrome de Down?”.
“Sí, pero es inevitable. El amor ha muerto y tal como dice mi hermano Eduardo estoy tan sólo a mitad de mi vida. Otro amor, ¿por qué no?”.
Viene en Agosto mi mujer a casa. Y hablaré con ella. Y si no quiere -por consejo de Javier- debo insistir con mucha educación y respeto. Y sobre todo no perder los nervios y mantener siempre la calma.
                                                        Kiko Cabanillas.


24 de mayo de 2016

Multas contra Amor.

Dos multas que ascienden a un total de 190 euros. Provenientes de Madrid.
Eso es todo lo que tengo de mi mujer, que además se enfada muchísimo cuando se lo digo.
Y yo a pagar y a callar.
Pues no. Quiero la separación legal de una puta vez.
Y creo que le pediré a mi padre que hable con Don José, mi suegro, para ver si a él le hace caso.
Dinero. A eso se reduce toda separación. Especialmente doloroso en mi caso porque mi mujer no tiene trabajo ni pecunio.
El caballero de la triste figura se pasea por sus resquemores y el amor se va convirtiendo en odio y desprecio.
No. Es la madre de mis hijos. No puedo pensar así.
Pero es que en este trance no puedo pensar de otro modo.
Mi vida se haya completa a nivel laboral entre la ONG “Ayudando” y mi labor llevando el Facebook en el centro comercial “Suspiros”. Debería ser feliz. Pero no. Hay una persona con la que me casé hace más de veinte años que se empeña en lo contrario.
Le envío media pensión todos los meses y encima tengo que aguantar que es su padre el que mantiene a mis hijos.
Deteriorada relación, que está a punto de entrar en la exclusiva intención de causar daño sin más.
Pediré consejo a mi hermano Javier, que es de una eficacia y un pragmatismo asombroso.
Usaré, si se deja, a la fuente de autoridad que posee mi padre.
Y le pediré a mi hermano Chemi que le rompa una pierna a mi ex.
Bueno que no es mi ex. Quien me diera.
Yo siempre fui favorable del matrimonio civil, e incluso de las parejas de hecho. Pero accedí por la familia. Fue un error.
Y ahora a ver como acaba la historia. Os contaré...
Kiko Cabanillas.

23 de mayo de 2016

De nuevo trabajo.

Llevo dos días a tope en mi nuevo trabajo de subir al Facebook noticias, fotos y vídeos del centro comercial "Suspiros" en Santiago de Compostela.
El primer día me limité a subir publicidad. Y hoy ya lo hice con una noticia: “La inauguración de "Paraiso"”, tienda de misterio y juegos.
Y entre tanto chance no he tenido tiempo ni para escribir. Y entonces..¿Qué coño haces?.
Pues divago, no escribo.
Para escribir hacen falta argumentos y tiempo. No tengo ni lo uno ni lo otro.
El sábado, excelente día para escribir me lo pasé haciendo fotos en "Suspiros".
Personajes escatológicos y depravados invaden mi mente. Pero eso siempre me ocurre cuando no tengo tiempo para redactar.
Llevo años en los que todo mi trabajo se limita al de la ONGD "Solidaros". Donde también soy profe de español. Hoy tuve clase.
Pero ahora hasta mi dinámica de ocio se ve afectada.
Casi no leo por falta de tiempo. Y cuando leo es mayoritariamente poesía.
Las primeras fotos que hice me salieron mal, según mi cuñado Miguel, quien trabaja en el País de fotógrafo. Acepto. Llevo años sin hacer fotos y tengo una cámara autofocus que aún no sé muy bien cómo funciona.
Pero seguiré aprendiendo y mejorando.
Mi norma es: “Si tu puedes hacerlo por qué yo no voy a poder”.
“Pues porque eres un impaciente, porque tienes una minusvalía del 67% y porque llevas años sin trabajar excepto en tu ONG”.
Bien chico pues te voy a decir una cosa: “Mi minusvalía atenúa fuerzas pero incrementa el espíritu”.
                                               Kiko Cabanillas.

19 de mayo de 2016

Invisible.

Como vivo sólo no me dí cuenta de lo que me sucedía hasta salir de casa, cuando ya había desayunado y me había duchado.
Al encontrarme en el portal al portero, José, lo saludé y no me respondió. ¡Qué raro!. Él siempre tan atento. Tendrá algún problema pensé.
Así pues salí a la calle y me dirigí a la parada del catorce. Al llegar le pregunté a una chica: ¿Hace mucho que ha pasado el catorce?. Obtuve un silencio absoluto por respuesta.
Pues sí...
Al cabo de cuatro minutos llegó el 14. Y me subí en él.
Traté de pasar mi tarjeta pero no funcionaba. El chófer no me hacía caso.
“Está estropeada mi tarjeta. Cóbreme”.
Pero el conductor me ignoraba.
Entonces me dí cuenta, porque otro usuario pasó a través de mí.
Sí, sí...Como si yo fuera aire.
Entonces llegué a la parada de la ONG y me bajé.
Subí a Ecos do Sur, pero nadie me veía. Atravesé la puerta cerrada.
Estuve un rato y como me aburría sin hablar con nadie me fui.
Cogí de nuevo el autobús sin pagar y llegué a los Rosales.
Entonces decidí dar un paseo por la playa.
Y al llegar al arenal opté por desnudarme, ya que nadie me vería.
Corrí como dios me trajo al mundo por el arenal. Y al cabo de una hora regresé a mi casa para comer. Pero...
Una mujer me vio desnudo y chilló.
Ya se había acabado el milagro.
Decidí ir a las casas baratas de al lado de mi hogar y robé unos pantalones, que no me cabían.
Con lo cual desnudo le pedí ayuda a mi portero José. “Ya te contaré lo que me ha pasado...Pero por dios ¡ayúdame!”. “Tranquilo, espera que voy a casa y te traigo un chándal”.
Fue a su casa y me libró de la vergüenza.

A los dos días, cuando le daba limosna a un alcohólico éste me dijo: “Qué pena no seguir siendo invisible. ¿Verdad?”.
Y tu ¿cómo sabes eso?. “Lo sé y también sé que al portero le dijiste que estabas desnudo por una apuesta que habías hecho con un amigo, al que le habías ganado 100 euros”.
Invité al mendigo a comer en casa, pero declinó.
Kiko Cabanillas.

16 de mayo de 2016

Cabeza cuadrada.

Fui nombrado ”Editor” del Facebook de Área Central, me subieron una contraseña pues no me acordaba de la antigua, y me dijeron que “Me gusta esta página”, “Compartir” y “Área Central”. “Publicar”. “Programar publicaciones”. Todo parecía sencillo, pues no pasé de “Me gusta...”.
Tere me explicaba todo con mucha paciencia y calma. Todo parecía haber sido entendido. Pero al llegar a casa se complicaba.
Tras dos horas intentando entrar en Facebook fue cuando lo noté: Mis ojos se habían trasladado adelante y mi frente se alineaba con los mismos. Me achataba.
Al principio pensé que no era más que una sensación del estrés acumulado. Pero entré al cuarto de baño y...
Efectivamente tenía una caja por cabeza, perfectamente cuadrada.
Al salir del baño choqué con el marco de la puerta.
Era una respuesta psicosomática al estrés informático sufrido.
Me volví a sentar al ordenador y mi cabeza se convirtió en un perfecto cuadrado que crecía por momentos. Tenía un serio problema.
No sé por qué me vino la idea a la cabeza de que leyendo poesía contra restaría el mal influjo de Facebook. Y así fue.
Aparté el teclado y cogí “La promoción poética de los cincuenta”.
Según iba pasando poetas mi cabeza parecía retornar a su medida habitual.
Al cabo de varios días, desechada ya la compulsión informática y entregado a la lírica, le comenté lo sucedido a mi médico de cabecera -y escritor- Pablo Vaamonde. Quien se rió mucho y me dijo: Ya sabes, no vuelvas a traicionar a la Poesía, no admite amantes múltiples.
Como siempre el maldito espíritu, que no admite desamores ni traiciones.
Lo de la cabeza cuadrada no es sino un ejemplo de lo que hace cuando se siente traicionado.
“Yo siempre estaré contigo
Poesía mía...”.
                                 Kiko Cabanillas.

13 de mayo de 2016

La magia de San Pedro.

Ubicada en la madrileña calle San Pedro.
Enclavada en el triángulo cultural de la capital: Entre el Museo del Prado, el Thyssen y el Reina Sofia, la vivienda pertenecía a mi familia política.. Y en ella viví alquilado -a un precio ridículo- cuando finalizaba mi carrera de periodismo, mientras solidificaba mi noviazgo con Ana.
Es un piso antiguo con un balcón maravilloso por el cual se veía a un enfermo postrado que estuvo muriéndose quince años sin decidirse a ello.
Cerca estaba el mercado de Atocha y la cuesta del Moyano.
En el primero compraba el mejor pescado de España, pues Madrid es -según dicen- el mejor puerto pesquero del país. Y en las cuesta del Moyano daba rienda suelta a mi compulsión “compra libros baratos”.
Venía a limpiar el piso Juana, tristemente fallecida hace poco.
Cocinaba potes de verduras que filtraban su olor por el patio, en el cual se oía a una vecina desequilibrada proferir proclamas políticas fascistas.
Eran mis vecinos Adela -también fallecida- y sus maravillosos hijos, y su padre Antonio. Quienes estaban dispuestos a ayudar en todo momento.
El barrio estaba plagado de restaurantes con encanto. Un peruano era nuestro favorito.
Asimismo, era zona de copas, muy solicitado por aquel entonces por la movida madrileña.
Casi todas las mañanas iba a correr por el Retiro.
Al cabo del tiempo se separó Marta, quien le compró San Pedro a sus hermanas.
Casada de nuevo poco después, pondría la casa en alquiler después de arreglarla mucho.
Y yo no renuncio a que me acabe alquilando la vivienda, para escribir en ella. Pues es el lugar idóneo para tal fin.
Después de soltero, y tras mi boda, mi accidente y mi minusvalía también viví una temporada en el lugar. Impregnado de gratos recuerdos. Y sin escalera, con lo cual sería aquí donde comenzaría mi rehabilitación. Salía a correr -si mis tórpidos pasos así pueden llamarse- al Retiro. Y con el tiempo dejaría San Pedro abandonada a su poesía.
                                   Kiko Cabanillas.

12 de mayo de 2016

El duende de Facebook.

A mediados de mayo se iba mi profe Amaia de vacaciones una semana. Lo cual me venía francamente mal, porque el lunes estaba citado con una trabajadora del compostelano centro comercial Área Central para comenzar a trabajar con ellos.
La entrevista de trabajo consistiría en una charla con Marga en las que me indicó que lo que más falta hacía era una persona que siguiese el “Facebook”, subiendo noticias del centro, así como fotos y vídeos. Me dieron la dirección y el usuario: Y mi trabajo comenzó.
Lo primero que hice desde casa fue seguir los textos del “Facebook” y consultar a mi padre -presidente- y a mi hermano -director- sobre las posibles respuestas que debía subir.
El desastre comenzó cuando intenté subir fotos de ambiente que había hecho en el centro un domingo. Lo intenté y no fui capaz. Amaia me has traicionado.
Repasé mis apuntes una y otra vez. Pero nada.
Y cuando ya estaba rozando la desesperación, cuando regresaba de servirme un café...
Era verde y tenía un gorrito con un pompón. Su camiseta rezaba: “Facebook”.
Entré en el despacho y le pregunté: “¿Qué haces aquí?. ¿Por dónde has entrado?”.
Me dijo que era un duende que venía a ayudarme con el “Facebook” y que había entrado vía “mail”.
Así es que sin hacer más preguntas me limité a explicarle que quería subir una foto y un vídeo. Si podía ayudarme.
Asintió y explicándome cada paso hizo todo lo que yo no había podido hacer.
Una vez hubo finalizado me dijo que si quería más su ayuda me podía llamar en el “mail” que me dio a continuación.
Me había sacado del apuro y todo fue viento en popa en mi nuevo trabajo. En el que destaqué por unas fotos que había hecho a un niño mirando un escaparate de una tienda de juguetes.
Seguí además las redes sociales y participé en las mismas.
Aún así no dejé mi trabajo con inmigrantes en la ONG Ecos do Sur. Pues había tiempo para todo ya que estaba a media hora de Santiago en tren y sobre todo porque trabajaba desde casa.
                                                               Kiko Cabanillas.


11 de mayo de 2016

Pablo Iglesias versus Pablo Iglesias.

“¿Que es eso de que yo no soy de izquierdas?”, se preguntaba a sí mismo.
“Sí, es que ser de izquierdas no vende como antes”.
“Pero y mis padres y abuelos”.
“Yo digo que estoy con las clases trabajadoras, desde una moderada intelectualidad: La de los profesores”, se decía Pablo.
“Pero bueno...¿Qué persigues: el voto o la ideología?”.
“La ideología ha muerto con la caída del comunismo”.
“Bueno, ahora nos acabamos de aliar con IU. ¿Nos arrastrará hacia la ideología de izquierdas, o le arrastraremos hacia el pragmatismo?”, se preguntaba el líder de Podemos.
“Ahí tienes a Felipe González: Cargado de ideología con sus chaquetas de pana. Y convertido en representante de multinacionales”.
“Pues sí seguiré comprando ropa en Alcampo. Y leyendo “Juego de tronos”, así como regalándolo”.
Y a mis asntepasados de izquierdas les explicaré que todo esto fue necesario pasra alcanzar el poder.
Y ellos me explicarán: “La ideología es lo último que se debe perder. Integrarse y asumir el poder nunca debe significar diluirse y perder la identidad”.
“Muere la libertad, igualdad y fraternidad. Y ante este nuevo escenario: ¿Qué nos quedará si renunciamos al alma del partido”, se pregunta Pablo.
“¿Es que acaso los logros conquistados en la Revolución Francesa han quedado en papel mojado?”
“¿De qué se alimentará mi dignidad?”, “¿Cuáles serán mis luchas?”. “¿Quién defenderá a los trabajadores?”.
“¿No estamos comenzando a andar el camino que anduvo Felipe González?”.
“Y ya nunca podré volver a comprar en Alcampo, pues cuando así lo hiciere estaría actuando para que la gente diga: Pues sí mira Pablo Iglesias compra ropa en Alcampo”.
                                        Kiko Cabanillas.

10 de mayo de 2016

Mi entierro en Santa Comba.

Regresando de mi viaje de novios a Santa Uxía de Ribeira, donde trabajaba de redactor en La Voz de Galicia, sufrí un accidente al impactar mi coche contra un camión que había perdido el control e invadió mi carril.
Fui ingresado en el hospital de León. En estado de Coma y así permanecí durante veinte días.
Al llegar al mes de hospitalización fallecí.
El entierro sería en Santa Comba, en el pabellón familiar.
A mi casa de Ribeira se trasladarían mis primos Vicky y Enrique.

El acto estuvo oficiado por Sor Elvira: Monja de Cáritas con la que yo empecé a trabajar con inmigrantes.
Era un día tormentoso aquél en el que me iban a dar sepultura.
El oficio comenzó y en el se presentó mi primo Enrique claramente bebido.
Yo lo veía todo como desde arriba.
“Enrique ¿una copita de aguardiente?”, le pregunté.
Mi primo contestó sin saber exactamente a quien estaba hablando.
“Venga ese ajuardente”.
Trasladándose a una tasca de aldea, yo le seguí y el ordenó: Dos copas de aguardiente.

Yo cogí mi copa y la vacié de un trago.

“Pues bien Kikón, te voy a contar: Todas las religiones son una misma. Las diferencias se deben a las diversidades socioculturales. Pero el espíritu es único”, le dije.
“Claro que hay vida después de la muerte, pero no existen el cielo y el infierno”, señalé.

“Eso me temía”, dijo Kikón al tiempo que pedía más aguardiente.
                                   Kiko Cabanillas.

8 de mayo de 2016

Eduardo Cariño.

Fue compañero en el colegio mayor San Pablo de Madrid.
Hace poco me dijo mi hermano Chemi: “Eduardo se ha casado”.
“¿Cómo se llama ella y de dónde es?”.
“No es ella. Es él”, aseveró.
“¿No me digas que no sabias que Eduardo es homosexuasl?”, señaló.
“Pues ni idea, aunque ahora que me lo dices...”, reflexioné.
Entonces localicé a Eduardo en Facebook.
Y le dije: “Me he enterado que ter has casado. Sería un honor para mí conocer a tu marido”.
Y al cabo de quince minutos: “A mi marido?.

“Perdona Eduardo, creo que me han gastado una broma y he caído de lleno en ella.

Eduardo es un tuno formidable. Amigo de sus amigos.
A mi me hubiera gustado que fuese homosexual casado. No conozco a ninguno.

También he de decir que mi estado de permanente despiste me ha hecho víctima de todo tipo de bromas. En ellas caigo con los brazos abiertos.
Aún me queda la duda sobre Eduardo.

Mi principal castigador era el “Moro”: Colegial ceutí desalmado y gracioso que gastaba todo tipo de bromas, que rozaban la crueldad. Aliado con mi hermano Chemi, quien no se quedaba corto.
Yo no es que sea tonto, es que soy muy despistado.
Ya os contaré el final del culebrón sobre Eduardo.
                                                  Kiko Cabanillas.

7 de mayo de 2016

Pisco sawer y zamburiñas.

La fiesta culinaria de este sábado comenzó en el bar de Modesto: Un vermú -con un poco de ginebra- y un pincho de tortilla.
De allí me fuí teledirigido a la calle Pondal: Al restaurante mexicano "Tamarindo", donde fui maravillosamente atendido por Miguel y poco después por su madre Inés.
“Hoy tenemos unas zamburiñas con aguacate y muy especiadas”, dijo Miguel. “Venga”, señalé.
Y de primero unos nachos con una salsa de cebolla formidable. Todo ello regado por dos piscos sawer.
Como iba sólo estuve whatsapeando con mis hermanos Javier y Chemi. Les di mucha envidia.
Y de postre admití la sugerencia de Miguel, que era un dulce con especias.Al que me invitó..
Acto seguido fui informado de los distintos tipos de Tequila que había.
Me decidí por el más caro -indudablemente el mejor- y lo acompañé de un cortado.
“¿No tendrás un puro Miguel?”. “Espera...”.
Y apareció con un papel plata y varios puros en su interior. “Míralo y dime si están bien. Llevan mucho tiempo aquí”, señaló.
Lo único me pidió que lo fumase en la puerta pues no estaba permitido fumar en el restaurante.
Pero bueno...pensé, y la próxima prohibición será en los toros. Pero dónde sabe mejor un puro que después de comer.
Eché de menos a José, antigua pareja de Inés, de las que acabó separándose. E Inés comenzó a trabajar con su hijo Miguel. A mi José me había conquistado por las gracias que le hacía a mi hija Julia, con la que íbamos a comer muchos sábados.
Hay muchos restaurantes mexicanos mucho mejores, sobre todo en Madrid, pero carecen del poder de santuario que tiene “Tamarindo”.
Es mi reducto, mi cueva escondida y mi querido mexicano.
                                     Kiko Cabanillas.


6 de mayo de 2016

Encuentro en el Gran Bazar.

Había decidido ir de viaje a Estambul con mis compañeros de la universidad "Senior".
Un día muy lluvioso llegamos a la capital turca.
Dimos un paseo por el barrio y a la mañana siguiente fuimos a visitar el "Gran Bazar" turco.
Color, olor y sabor a té y narguiles tenía el lugar.
Yo iba con mis compañeros de la “uni”. Cuando de repente la vi a ella. Iba de monitora con un grupo de franceses.
Nos quedamos mirando el uno al otro fijamente.
Hablamos en inglés. Ella me preguntó mi nombre, edad y nacionalidad.
Yo la invité a tomar un té.
“Espera diez minutos que les de tiempo libre a mis alumnos...”.
Fuimos a tomar la bebida típica turca. Y yo me fumé un narguile.

Ese encuentro daría pie a otro y así sucesivamente. Desde el primer día tuvimos relaciones sexuales.
Pero pronto tendría que irme y lo que había sido un profundo amor quedaría en una pasajera aventura.
Pero a mi me quedó mi pasión por el Gran Bazar, al que acudo por lo menos una vez al año.
No le pedí su teléfono a Fran peo siempre tengo el oscuro deseo de volver a encontrarla en el lugar en el que intensamente nació nuestro amor.
Tengo mi casa llena de alfombras turcas. Y en u marco del salón una foto muestra a Fran sonriente.
¿Por qué no le pediría su teléfono?.
Pues muy sencillo porque había sido un encuentro sin más. Y a esta era posible que ella estuviera casada.
De hecho recuerdo que le pregunté si tenía hijos y ella me dijo: “...Y tienen unos ojos tan bonitos como tú”. No insistí.
Otro viaje a la India me depararía mi siguiente amor. Y esta vez no lo dejé escapar. Ella, Claudia, era brasileña de Sao Paulo. Y desde entonces vivimos juntos.
Pero por siempre me quedé enamorado de Fran y mi alma siempre le pertenecerá.
                                             Kiko Cabanillas.

5 de mayo de 2016

Esclavo del ordenador.

Mis clases de informática me tenían muy concentrado en las nuevas tecnologías. Así es que me pasaba, entre clases y por libre, una media de cinco horas diarias embebido en las nuevas tecnologías.
En pleno estrés informático sucedió: “Hola Kiko. Debes seguir mis instrucciones”.
En un primer momento pensé que se trataba de un programa que me había puesto mi profe: Amaya.
La llamé, pesado como soy, y me dijo que ella no había puesto nada.
Así es que temeroso encendí el ordenador.
“Hoy comerás pasta con tomate. Baja al Carrefour y cuando vuelvas seguimos”.
No sé por qué le hice caso.
Luego me mandó limpiar la cocina y poner la lavadora.
“No sé si se trata de un sueño o una fantasía de escritor. Pero voy a dejar de hacerte caso”.
“Bueno me voy a desconectar y cuando quieras someterte me avisas”.
Nada tenía sentido, pero la verdad es que necesitaba el ordenador, pues tenía una novela a medias.

Entré en el despacho.
Me coloqué frente a la pantalla. Y...
“Por favor enciéndete y te obedeceré".

Al cabo de medio minuto se encendió.
“Tengo muchas noticias de países en desarrollo para ti. Que sé que te gustan.
Baja la basura y luego hablamos”.
De un modo automático obedecí”.

Y desde entonces mantenemos una relación de amor odio. Cuando se enfada conmigo se desconecta. Y yo por días le desobedezco, aunque él utiliza el chantaje de la desconexión. Y siempre gana la batalla.
Al principio traté de informarme de lo que pudiera estar pasando. ¿Un virus?.
Pero pronto comprendí que sería eternamente mi secreto, pues mis contertulios me tomaban por loco.
Kiko Cabanillas.

Alto el fuego en Alepo.

Las fuerzas aliadas apoyadas por Bashar Asad y Rusia y los rebeldes con EEUU se enfrentan en Alepo con toda crudeza, no respetado ni los hospitales, donde han caído innumerables bombas causando numerosas bajas incluso entre el personal sanitario.
Fue una noticia sobre la muerte de varios Médicos sin Fronteras la que me animó a visitar el lugar.
Un alto el fuego decretado en Alepo era el momento adecuado.
El avión saldría de Madrid, por lo que me trasladé a la capital. Antes visité a Laureano López de La Voz de Galicia indicándole que me iba a trasladar a la ciudad siria. Por lo cual me encargó crónicas y fotografías de ambiente.
Llegué un día lluvioso. Le dije al taxista que me trasladase al hotel de la prensa.
Y tras ser instalado por colegas periodistas, con tres de los cuales compartía habitación y cama con uno de ellos, me dispuse a recorrer la ciudad aprovechando la paz provisional.
Fui informado por mis amigos sobre la situación actual de la ciudad siria.
Era una catástrofe.
Allí, en el hotel, fue donde conocí Esther, británica que trabajaba en Médicos sin Fronteras, de la cual me enamoré perdidamente.
Yo le redactaba comunicados para hacérselos llegar a sus jefes. Y ella se desvivía trabajando en el hospital de Alepo, del que raramente salía.
Al cabo de diez días regresé a casa, dejando a Esther con los heridos...
Ya finalizada la guerra en Siria un buen día se me presentó Esther en casa. Y me sugirió que estudiase un curso de enfermería, para acompañarla a zonas de conflicto.
Accedí y desde entonces mis crónicas, fotografías y atención sanitaria irían de la mano con el amor de Esther.
A cambio yo le enseñaría a redactar y a sacar fotos. Y así fue como formamos un equipo de Médicos sin Fronteras, que todo el mundo deseaba tener de compañeros en lugares de conflictos armados.
Kiko Cabanillas.

3 de mayo de 2016

Dos cervezasy un JB.

Dos cervezasy un JB.

Sobre todo porque la pizza era para los viernes. Con helado Jagen Dass y un litro de cerveza Alhambra. Pues sí, no había nada más en la nevera. Y así lo visualicé, según regresaba de la universidad Senior.
Me iré al “Lois” y tomaré un menú del día con una buena cerveza “Estrella de Galicia”.
Así pues cumpliendo planes me instalé en el “Lois”, pero...
No tenían menú del día.
Bueno los platos combinados: estaban bastante bien y eran baratos.
Y de repente recordé que mi hija me había dicho que acababa de leer “Por el camino” de Kerouac.
“On the road”, le dije yo, fantástico.
El autor, Keruac, escribe un libro apretando el acelerador cada párrafo. Dinamismo, velocidad.
Los “Beat Generations” eran una pandilla de poliadictos entrañables.
Otra cerveza cuando puedas.
Esto es lo que necesitaba hoy, un par de birras.
Huevos fritos, filete de pollo, ensalada y ensaladilla.
Y otra cerveza por favor.
El alcohol es espíritu, no te engañes.
Y más en la sociedad socio-culturalmente avanzada en la que vivimos.
Mi nueva tarea consistiría en seguir por “Facebook” a todos los usuarios que quisiesen opinar sobre el centro comercial Área Central. Tu opina, que yo bebo, entretanto.
Es la medida perfecta: Dos cervezas y un JB.
Ingieres el espíritu y no sufres daños colaterales. Es decir, puedes escribir.
Ya acabado el plato combinado: Un JB con hielo, por favor. Osea lo de siempre estuvo a punto de decir el camarero. Pero calló, muy educadito él.
Y así se acaba la historia.
Le quería decir a mi hija que lo más importante que había hecho este año era leer “On the road”de Kerouac. Mi primo Enrique seguro que estaba de acuerdo.
Todo ocurrió en mi etapa dependiente del Catobit: Complejo vitamínico que yo usaba para leer de noche cuando estaba compaleciente de mi amebiasis hística, traida de la India. Leer y cagar era lo que hacía esas noches.
Bien Julia, querida hija, con la lectura de Kerouac, te acabas de ganar mis terribles consejos literarios. Desde hoy no podré evitar incluirte en mi pandilla de ávidos lectores (que no somos más que Enrique y yo) y bajo mi consejo descubrirás la belleza del infierno. ¡Benvida!.
Kiko Cabanillas.

Nuevo trabajo en Santiago: Eva.

Por fín comenzaba mi nueva ocupación laboral en Santiago.
Debía ir a la ciudad compostelana y hablar con Eva, quien me informaría sobre el modo en el que debería seguir en Facebook toda noticia relacionada con el Centro Comercial Área Central.
Así es que llegué a Santiago aquella mañana lluviosa.
Estaba citado con Eva en su oficina, situada en la zona antigua.
Llegué puntual y me dijo: “Hola Kiko, así es que trabajaremos juntos”.
“Pues toma asiento, que te voy a enseñar una cosa”.
Y sin más agachándose sobre el fax y subiéndose su corta falda me mostró su pubis rubio y poco peludo. Me abalancé sobre ella y tendiéndola sobre el escritorio la penetré violentamente.
“Ciertamente me alegro mucho de haberte conocido”, le dije según acabamos.
“Y yo también”, susurró entre risas.
Acto seguido me enseñó Eva en que consistiría mi trabajo.
Me lo explicó de maravilla.
Y desde ese día comprendí que mi relación con Eva iría mucho más lejos.
Así fue y ahora mientras escribo se prepara el desayuno en la cocina.
Arte y cultura eran sus fuertes. Y practicar sexo en sitios insospechados.
Pero nunca olvidaré ese primer día en el que me enseñó el que sería el objeto de mi deseo.

Y entonces hablé con mi hermano Javier, vía Escape, y le dije que estaba muy ilusionado con mi nuevo trabajo, pero -ante su incomprensión- le añadí que solo o aceptaría si entre mis compañeras de trabajo había alguna Eva.
“Sé que te resultará extraño, Javier, pero es que para mi es fundamental conocerla”, le añadí.
                                                         Kiko Cabanillas.
                       

2 de mayo de 2016

Del carrito a las copas.

Julia y yo íbamos por el paseo marítimo anteayer paseando...Ella asomada curioseando y yo firme y decidido empujando.
Pero el tiempo pasó. Y este fin de semana me vino a ver desde Madrid, donde estudia Derecho.
Ya es mayor de edad, así de repente. Y en las últimas elecciones votamos juntos (y a lo mismo: Mareas).
Me trae amigas a casa para que les cocine. Y yo les preparo maravillosos platos de pasta.
Pero este fin de semana siquiera eso. No paró.
Amigas que quedan a dormir muchas veces en unos colchones que ponemos en el saón.
Tiene Julia la costumbre de estropearme la impresora tras imprimir sesenta o setenta folios.
Ese es mi único y principal temor.
Me encanta hablar con sus amigas de temas de actualidad.
Delicadas y sensibles.
Y luego vendría Santi, que ya tiene trece años.
Y un maravilloso síndrome de Down.
Paseos también por el paseo marítimo.
Pero Santi jamás votará a Mareas.
Asimismo, seguirá comiendo helados conmigo por siempre.
Reto es la palabra. Una discapacidad en un hijo es un reto.
Afectuoso y tragón.
Santi y Julia. Julia siempre cuidará a su hermano.
Cuando yo no esté.
Y ya en otra vida. Yo lo organizaré todo para que sigan dando paseos bajo mi firme mano que empujará su carrito.
                                                 Kiko Cabanillas.