Había decidido ir de viaje a Estambul
con mis compañeros de la universidad "Senior".
Un día muy lluvioso llegamos a la
capital turca.
Dimos un paseo por el barrio y a la
mañana siguiente fuimos a visitar el "Gran Bazar" turco.
Color, olor y sabor a té y narguiles
tenía el lugar.
Yo iba con mis compañeros de la “uni”.
Cuando de repente la vi a ella. Iba de monitora con un grupo de
franceses.
Nos quedamos mirando el uno al otro
fijamente.
Hablamos en inglés. Ella me preguntó
mi nombre, edad y nacionalidad.
Yo la invité a tomar un té.
“Espera diez minutos que les de
tiempo libre a mis alumnos...”.
Fuimos a tomar la bebida típica turca.
Y yo me fumé un narguile.
Ese encuentro daría pie a otro y así
sucesivamente. Desde el primer día tuvimos relaciones sexuales.
Pero pronto tendría que irme y lo que
había sido un profundo amor quedaría en una pasajera aventura.
Pero a mi me quedó mi pasión por el
Gran Bazar, al que acudo por lo menos una vez al año.
No le pedí su teléfono a Fran peo
siempre tengo el oscuro deseo de volver a encontrarla en el lugar en
el que intensamente nació nuestro amor.
Tengo mi casa llena de alfombras
turcas. Y en u marco del salón una foto muestra a Fran sonriente.
¿Por qué no le pediría su teléfono?.
Pues muy sencillo porque había sido un
encuentro sin más. Y a esta era posible que ella estuviera casada.
De hecho recuerdo que le pregunté si
tenía hijos y ella me dijo: “...Y tienen unos ojos tan bonitos
como tú”. No insistí.
Otro viaje a la India me depararía mi
siguiente amor. Y esta vez no lo dejé escapar. Ella, Claudia, era brasileña
de Sao Paulo. Y desde entonces vivimos juntos.
Pero por siempre me quedé enamorado de
Fran y mi alma siempre le pertenecerá.
Kiko Cabanillas.
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