Realmente fue un encuentro casual e
improvisado el que mantuve con Eva, camarera en el Gran Hotel de A
Toxa. No tenía anticonceptivos, así es que no tomé precauciones,
si bien a mi la llamada marcha atrás nunca me había fallado.
Exactamente al año de este romance
recibí una carta en casa anunciándome que tenía un hijo. No me lo
creí hasta que vi una fotocopia del ADN y al lado el mío. Si bien
nunca supe de dónde lo había sacado. Del Chuac indudablemente.
Contesté la carta y les invité a que
acudieran a mi casa para conocer a mi hijo.
Vinieron en la fecha señalada. Yo
seguía viviendo sólo porque como ya sabéis me acabo de separar.
Eva estaba preciosa y nuestro hijo era
una golosina.
Decidí reconocerlo y ayudarles
económicamente. Lo cual no era fácil en mi caso pues le paso una
pensión a mi ex-mujer y a mis hijos.
Desde entonces todos los fines de
semana venía ella o iba yo a su encuentro.
Tras un año con esta dinámica
decidimos vivir juntos los tres y poner una librería en A Coruña.
El negocio no había manera de
arrancarlo, pero mi convivencia con Eva y Lucas fué realmente
maravillosa.
Además los dos recibíamos ayudas de
nuestras respectivas familias.
Lucas creció y me hizo viejo.
Cumplí los sesenta y cinco al tiempo
que Lucas acababa de estudiar Medicina. Y Eva tenía unos
maravillosos cincuenta años.
Finalmente la Fenac decidió comprarnos
el negocio, a condición de que siguieramos llevándolo nosotros. Fue
un sueño.
Con el nuevo nombre la librería
resurgió y fue realmente bien.
Eva, Lucas y Kiko fueron ciertamente
felices.
No hay comentarios:
Publicar un comentario