7 de julio de 2016

-Mi sombra cobra vida.

Todo comenzó un día que había salido de noche y que había bebido cuatro o cinco copas, con lo cual había alcanzado un marcado grado alcohólico. Esto es, estaba borracho.
Había salido sólo y bebido sólo.
Triste. Pero muy relajante.
Cuando regresaba a casa después de salir por el Orzán coruñés, me daba la impresión de que alguien me seguía.
Medio en bromas le dije: “Te espero...”.
Y mi sombra -ya iluminaba la mañana- se desplazó a mi lado.
“¿Tomamos la última?”, le pregunté.
Di su silencio por un sí.
Así es que entramos al local e ingerimos el último ron con cola.
Al salir ya decididamente nos fuimos a casa.
Entramos, nos lavamos los dientes y nos acostamos.
Vivo sólo con lo cual mi sombra se acostó donde mi ex-mujer.

A la mañana siguiente, con el temor de que mi sombra hubiese sido una fantasía de mi estado etílico, me dirigí a la cama de mi ex y...Allí estaba mi sobra.

No tardé mucho en preparar el que sería mi primer golpe: Ella entraría en el banco y en el momento en que los empleados abriesen la caja se apoderaría de todo el dinero. Luego saldría aprovechando su invisibilidad, con cuidado no fuese que viesen los billetes moviéndose.
Éste fue el primer golpe. Y a él siguieron muchos otros.
Pero un día los billetes fueron descubiertos en mi casa por la policía. Y tras duros interrogatorios yo me confesé culpable, si bien sin hablar en absoluto de mi sombra.
Había aprovechado un descuido del empleado y me había introducido en la caja.

Y ahora en mi celda jugábamos al Cinquillo. Tenía fama de loco pero todo el mundo sabía que si algo me hacían un ente diabólico se vengaría de mi.
Kiko Cabanillas.

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