Llega el viernes y como siempre me
dispongo psicológicamente a tomar un descanso: Pizza, Cerveza
Alhambra y helados Hagen Dass.
Pero ¡Horror!: No puedo, estoy a
régimen.
Me encontraba gordo y me subí a una
báscula y ...130 kilos.
¡Es mi record!.
Así es que de muy mal humor, y aunque
sea viernes me caliento unas acelgas.
Miento porque llevo ya más de un mes
de régimen y he perdido ya nueve kilos.
Pero a base de qué: De mi más
completa felicidad.
Voy a la playa y observo. Decenas de
cuerpos gordos y llenos de imperfecciones. Como la vida misma. Y
cuando veo un cuerpo que roza la perfección me maravillo pero a buen
seguro que se trata de un necio.
La obesidad es espíritu desbordante.
La delgadez es plástico y falta de humanidad.
Por qué nos hacen creer que debemos
ser delgados. ¡Somos como somos y ya está!.
La única idea que no puede pasar por
alto es la que la obesidad es falta de salud, pues incrementa todo
tipo de patologías.
Gordo y feliz...y enfermo. Bueno...
Vale, me pongo a régimen pero exijo
que en vallas publicitarias, en la tele y en las revistas, luzcan
cuerpos gordos, bajitos y patizambos.
Kiko Cabanillas.
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