Había quedado
con mi profe María José y con la alumna Pilar para hacer fotos en
el monte de San Pedro. Nos encontraríamos en la entrada del parking
a las 19.30 horas. Y así fue.
A instancias de la
maestra hacíamos fotos a velocidad lenta para ver si lográbamos el
efecto velo en la cascada. A continuación a velocidad alta para ver
si congelábamos el agua.
Hicimos fotos de la Torre de Hércules.
Pero cual fue mi
sorpresa cuando al mirar por el visor, pude ver a la profe en bañador
y una amplia piscina, con bellísimas mulatas.
Retiré el ojo del
visor y todo volvía a la normalidad.
Estupefacto le
pedí a María José que mirase por mi visor. Eso hizo y preguntó:
“¿Para qué?”.
“¿No ves nada
raro?”.
“No, cariño”.
Pilar también
probó y nada ocurrió.
Pero a mi seguían
visualizándose imágenes paradisíacas.
Finalizadas las
fotos fuimos a verlas a la cafetería, donde al activarlas en mi
cámara digital sí aparecían fotos inéditas de un fantástico
lugar.
“Ah, era esto”,
señaló la profe.
“Eso es que tu
estás dotado con el duende. Esto te ocurrirá muy a menudo. Pero no
le des importancia”.
“¿Cómo no le
voy a dar importancia?”.
“Bueno si
quieres puedes asistir a un curso de magia negra que imparte un
inmigrante amigo mío”.
Decidí por fin no
darle importancia.
Y a partir de
entonces observé que las imágenes que se me aparecían estaban
intimamente relacionadas con sueños que yo previamente había
tenido.
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