24 de octubre de 2016

Fin de semana en Lamas.

Estaba yo pasando el fin de semana en el pueblo de Lamas, en casa de mi padre.
Nos invitó a un restaurante en Santiago a un exquisito plato de arroz con perdices, cazadas por él. Además de primero nos pusieron unas empanadillas de esta ave y un salmón marinado delicioso. Todo ello regado con un fantástico Ribera del Duero.
La fiesta continuó y a la copa de aguardiente que me tomé tras los postres, le añadí tres JB con hielo.
Estuvo presente Fernándo, piloto novio de mi sobrina Arantxa, quien con mucha gracia nos contó como sobrevivía espiritualmente en su casa llena de cajas, trastos y demás. Sin televisión ni las mínimas comodidades.
Al día siguiente, domingo, una aparatosa resaca dificultó mis movimientos alegres matutinos. Aún así fuimos a comer a una casa de comidas muy popular. Donde me tomé Carne en Caldeira y de primero compartí unas judías con Javier.
"¿Qué tal está el cordero?", le preguntó mi hermano Javier al camarero.
"Para comer esta bien", respondió éste imprimiendo un áurea de surrealismo al ambiente.
Fui invitado de nuevo, pero me quedé con ganas de haber pagado yo sobre todo al ver que habíamos comido por quince euros la persona.
Acabado el convite mi padre me llevó a la estación de tren. Y al cabo de media hora de llegar a casa apareció mi profesora de informática con mi portátil nuevo. Me enseñó claves para su uso y ahora sobre él me hallo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario