Recientemente los
indios hicieron una incursión en Cachemira como represalia por un
ataque yihadista en el que murieron 18 soldados.
Cachemira vio la
luz cuando se creó Pakistán, en 1947; y con la partición de la
India.
Aquí nacería la
violencia entre dos potencias nucleares.
Hace dos años y
medio Narendra Modi llegó al poder en Nueva Delhi. Y parecía que en
su mandato la situación entre los dos países mejoraba. Pero el
pasado 8 de Julio un independentista musulmán fue abatido por la
policía en suelo indio. Y cruentos enfrentamientos han vuelto a la
escena. Además el día 18 un grupo de insurgentes atacó una base
militar india, con 17 soldados muertos. Entonces India decidió
lanzar “ataques quirúrgicos” contra siete campos de supuestos
terroristas, que fueron realizados por comandos de élite en
helicópteros.
El propio Modi fue
quien decidió actuar con esta contundencia. Y fuentes musulmanas
declararon que “La operación india no tiene base alguna y es una
farsa”. Además negaron que “es falso que Pakistán albergue
grupos terroristas”.
Hay un claro
malestar en Cachemira donde la represión al descontento social ha
provocado que varios activistas hayan perdido la visión por uso de
perdigones.
La región de
Cachemira, pueblo musulmán al pie del Himalaya, que obedece a un
príncipe indígena -”el bandido más redomado de oriente”,
dicen-. Tierra de bungalous entre inmensas nieves. De hermosos
caballos, danzas de bayaderas, algodón y tejedoras. Con su gran
mezquita: especie de patio cuya construcción es moderna. De
autóctonos con un tiente más claro en la piel que los indios. En
resumidas cuentas un bellísimo polvorín.
Kiko Cabanillas.
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