16 de noviembre de 2016

-Pesadilla eterna.

Entré al cuarto de baño de la parte superior de mi duplex a lavarme las manos.
Me sequé con la toalla y ahí comenzaría mi tortura.
Pues cuando iba a abrir la puerta para salir...
Me quedé con el picaporte en la mano.
La puerta estaba herméticamente cerrada y yo sin manubrio no podía abrirla.
Nervioso la golpeé con fuerza. Intenté forzarla desde el hueco del citado elemento.
Pero nada...
Además no tenía móvil para avisar.
Decidí gritar. Y así me pasé no menos de veinte minutos.

Llegaría María, la doméstica y me abriría.
Más no. Era miércoles. Justo el único día que no viene.

Me tumbé en el suelo y traté de dormir sin éxito.
Intenté imaginarme un relato para escribir al salir.

Ya está: “Pesadilla eterna”.
Finalmente llegó María y abrió la puerta de mi baño como si nada.
Yo le quise contar lo que me había sucedido, pero no me oía. Ni me veía, como pude comprobar más tarde.
Le toqué un brazo pero la atravesaba como por arte de magia.

Entonces lo comprendí todo: Era un sueño. Una pesadilla,.

Atravesé a María y me dispuse a salir del baño, pero una fuerza misteriosa me impedía cruzar la puerta.

En fin, me despertaría... Pero vería un amanecer tras otro Y nunca me recuperaba de mi ensoñación.
El baño era mi nuevo hogar. No necesitaba ni comer ni beber.
Estaba atrapado por una fuerza espiritual. Y acabé acostumbrándome.

Me dieron por desaparecido y yo sigo en el “toilete”.
                      Kiko Cabanillas.

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