1 de diciembre de 2016

-Jacobo: Mi sombra-

 Ayer tuve la cena de Navidad de los profesores de español a inmigrantes de la ONG Ecos do Sur. Sólo pudimos ser unos diez.
Fuimos a la Casa Cuba, donde nos atendió la madre de Diego -síndrome de Down- con la que comparto el tener un hijo discapaz.
El caso es que conocí a Jacobo, que también da clase a inmigrantes como yo. Y que tiene una minusvalía como consecuecia de un accidente automovilístico al igual que la tengo yo.
Además también escribe. También en común.
Compartimos reflexiones y dolencias.
Coincidimos en que hay que mantenerse en activo
Y también en la importancia de escrribir.
Intercambiamos webs y blogs. Y además me facilitó el teléfono de una asociación de escritores que me puede ayudar a escribir.
Con habla cerebelosa como yo, ya le habían remitido los fallos en la memoria reciente al igual que a mi. El perdió la visión en un ojo. De ahí que su minusvalía sea mayor que la mía 65 yo/75 él.

Lo que está claro es que por mucho que nos lamentemos de que nuestra dolencia es única, casi nunca es así. Y siempre habrá alguien que padece lo que nosotros hemos sufrido. Y que incluso ha abrazado salidas similares a las nuestras.
                                       Kiko Cabanillas.

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