Ayer tuve la cena de Navidad de los
profesores de español a inmigrantes de la ONG Ecos do Sur. Sólo
pudimos ser unos diez.
Fuimos a la Casa Cuba, donde nos
atendió la madre de Diego -síndrome de Down- con la que comparto el
tener un hijo discapaz.
El caso es que conocí a Jacobo, que
también da clase a inmigrantes como yo. Y que tiene una minusvalía
como consecuecia de un accidente automovilístico al igual que la
tengo yo.
Además también escribe. También en
común.
Compartimos reflexiones y dolencias.
Coincidimos en que hay que mantenerse
en activo
Y también en la importancia de
escrribir.
Intercambiamos webs y blogs. Y además
me facilitó el teléfono de una asociación de escritores que me
puede ayudar a escribir.
Con habla cerebelosa como yo, ya le
habían remitido los fallos en la memoria reciente al igual que a mi.
El perdió la visión en un ojo. De ahí que su minusvalía sea mayor
que la mía 65 yo/75 él.
Lo que está claro es que por mucho que
nos lamentemos de que nuestra dolencia es única, casi nunca es así.
Y siempre habrá alguien que padece lo que nosotros hemos sufrido. Y
que incluso ha abrazado salidas similares a las nuestras.
Kiko Cabanillas.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario