31 de enero de 2017

-Contenedor eterno-

Estaba lloviendo ligeramente cuando salí de mi casa coruñesa aquel domingo de Enero del 2017.
Fui a la farmacia a comprar productos dentales: “PerioKin” y “SensiKin”. Colutorio y pasta de dientes.
Ya de regreso a casa pasé por delante de un contenedor. Y me dije: Pues voy a tirar la bolsa y me guardo todo en el abrigo...
Sujetando el contenido plegué la bolsa con la intención de liberarla y así poder tirarla. Pero...
Los productos permanecieron pegados a su envoltorio: Bolsa y contenido fueron a parar al interior del contenedor.
Sin pensármelo dos veces puse el pie en una barra de hierro que rodeaba el contenedor y me dejé caer en el interior. Cogí pasta y colutorio, me dispuse a salir...
Resbalaba en la pared de plástico y no podía moverme. Fuertes remordimientos por haber entrado.
Lo intenté en repetidas ocasiones. Y cuando ya era plenamente consciente de que jamás podría salir grité pidiendo auxilio.
Pero nadie se inmutaba. Era como si no me vieran.
Grité desaforadamente al lado de varios transeuntes pero nada.
Ya habían pasado dos horas.
Me había tranquilizado pensando en que tarde o temprano alguien me sacaría de allí.
Para colmo estaba ya empapado de la lluvia.
Otras dos horas y nada.
Anochecía.
Desgraciadamente pensé que tendría que pasar la noche allí.
Fue terrible. Tosía y estornudaba sin cesar y no había podido dormir nada.
Era como invisible.
El hambre me hacía sonar las tripas.

Y otra jornada preso.
Noche en la que ya pude dormir algo. Más bien me desmayé.

Y otro día.
Hambre, mucha hambre.

Jamás podría salir.

Hasta que al quinceabo día fallecí víctima de una neumonía y de inanición y sed.


Entonces me di cuenta de que todo saldría mal si intentaba arrojar la bolsa de la farmacia al contenedor. Y junto a los productos dentales en su interior la guardé en mi abrigo y miré con odio al contenedor.
                                       Kiko Cabanillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario