4 de enero de 2017

-Invisible en el mercado.

No me lo podía creer.
Efectivamente nadie me veía.
Lo que me había contado ese marinero muradano era verdad.
Y con tan sólo tomar ese “wasavi” a la puerta de San Agustín.

Lo primero que hice fue dar una vuelta por el mercado para localizarlas mejores piezas.
Una lubina y una centolla fueron las elegidas.

Proseguí mi vagabundeo
Entre marujas y vendedoras.

Me decidí a aprovisionarme.
Pero...¿Dónde llevaría la mercancía?.
Tomé una bolsa.
En ella metí el crustáceo y el pecado. Me dispuse a salir.

Pero no me daba cuenta de que la bolsa no era invisible.
Volaba para sorpresa de todos/as.

Entonces el encargado de los pollos la agarró al vuelo.
Yo tiré con fuerza pero no lo suficiente.

Así fue como los productos fueron restituidos a su lugar de origen.
Y yo sin más opté por pagar todo aquello que comprara.

El fin de semana siguiente volví con mi concuñado Julio
Experto cocinero.
Presume de comprar el mejor marisco de España
en el mercado de San Agustín
Luego lo cocina en casa

Y todo regado con un buen albariño.
Y pasteles de postre.
Nunca me deja pagar.

Estuve con el en Nueva York,
y se conoce los mejores restaurantes de la ciudad.

Pero desconoce los poderes del “wasavi” que me dio el marinero de Muros.

 Kiko Cabanillas.



























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