El pasado miércoles estuvimos mi
padre, mi hermano Pedro, Luis Buñuel y yo de visita en el
geriátrico del coruñés Montealto, visitando a mi tía Tere, quien
está allí internada a consecuencia de su elevado deterioro debido
al Alzaimer.
Eran como varias películas a la
vez siguiendo el más surrealista de los guiones.
"Claro que son bonitos esos
zapatos -dice Tere-, me los acabo de comprar Idiota".
Yo en un intento de acercamiento
afectivo le di la mano, que fue rechazada violentamente entre
imprecaciones.
A cual peor. Pero todas juntas
jugaban a la cartas o sin más iniciaban una tertulia de Max Aub.
Las trabajadoras se movían con
cautela, ante los constantes viajes que les largaban los pacientes.
Mi tío Manuel, a quien llevamos
a comer -se zampó unos callos y tortilla, amén de mucho vino-
estaba sin afeitar y muy descuidado y mayor.
Deprimido nos dijo que hacia
tiempo que no la había visto tan mal.
Yo le di mi teléfono a mi tío
y cogí el suyo y me comprometí a visitarlos...
Esta semana le voy a llamar a
ver si -con la rumana- quiere venir en tren a ver a mi padre en
Santiago el fin de semana
Kiko Cabanillas.
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