El caso es que,
aunque vivíamos separados desde hace cinco años, todavía no
estábamos separados legalmente. Un día vino el Lobo (Antonio Ocampo)
a verme a mi despacho (Acera del Paseo Marítimo) y yo le sugerí si
podía llevarme mi divorcio.
Encantado me dijo
que sí.
Comunicada Ana de
mi voluntad, iniciamos los trámites de separación.
En un principio
ella pidió una barbaridad de pensión compensatoria (60.000 euros).
Además de
cargarme a mi al 100% con los gastos de mis hijos.
Esos primeros días
tuve verdaderos bloqueos escribiendo.
Para más inri
tenía Ana un abogado que comulgaba con el Opus, lo cual hacía la
negociación aún más surrealista.
De todas formas el
leguleyo opusiano cedió.
La cosa quedó en
una pensión compensatoria de 33.000 euros y los gastos de los niños.
Cuando me lo
comunicó el Lobo me ocurrió un fenómeno paranormal: Estaba
terminando de comer cuando mi abogado me llamó y me dio la noticia
del acuerdo...
...Me levanté y
me volví a servir la comida (por segunda vez), esta vez degustándola
muchísimo más.
Lo único malo es
que ahora tendría que vender el piso.
Estaba realmente
encariñado con el duplex...
Mi despacho, mi
cocina...Era fantástico.
Pero lo cierto es
que para nada necesitaba un piso tan grande.
El Amor acaba.
En el vil metal.
Los niños, los
recuerdos, viajes...
Todo ello pasa al
olvido empujado
por el tema
pecuniario.
La Poesía.
Los Momentos.
Y una nueva Vida
aparece.
Nuevos Amores si
duda.
La Poesía.
Y la Narrativa.
Voy ya por mi
segundo libro de Poesía. Leo sin pausa en los libros prestados por
la Biblioteca Municipal de Los Rosales.
Tengo noticias de
Santi todas las semanas.
Julia ha pedido el
traslado a Santiago, con lo cual la tendré a tiro de piedra.
Vendrá con sus
amigas a mi nueva casa.
En mi estrenado
hogar habrá un cuarto para mi hija Julia.
Pasta fresca,
pollo al horno, canelones...
Y seguro que sigue
mi pulsión literaria.
Poesía.
Narrativa.
Existencialismo.
Filosofía...
Kiko Cabanillas.
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