9 de julio de 2017

-Anorexia asexuada.

Había una extranjera al pie de mi máquina que se parecía mucho a mi querida Claudia.

Claudia Ruge era su nombre. Bailarina brasileira del londinense Coven Garden.
Trabajaba también de doméstica en casa de los Glenny, donde fui yo acogido un verano para estudiar inglés.

Con míster Glenny tuve ocasión de acudir al Proms, concierto de música clásica de fama mundial.
El caso es que acabé liado con Claudia.

Había otros dos brasileños en el londinense hogar Julio y Nilson. Y también hubo un árabe una temporada. Cinco de las mañana era la hora para su primer rezo.

Nilson era el típico ejemplar de brasileiro: Alegre y sexual.
Julio era algo más serio.
Ambos tenían poca idea del inglés así es que hablaban portugués entre ellos y conmigo en gallego.

Yo en aquel verano salí con la murciana María, lo cual celó rabiosamente Claudia, ya que manteníamos relaciones en una cama de casa.

Hasta tal punto que cuando se fue María a España Claudia Rugué mantuvo contactos sexuales conmigo.
Tocamientos y besos, pues de ahí no pasaba.

Pero tan bien congeniamos que quedamos para viajar juntos a Alemania a un pueblecito a a sombra de los Alpes.

Allí sí mantuvimos relaciones plenas.
Pero nada de fogosas brasileiras. Y además comencé a sufrir la anorexia que afligía a la buena de Claudia, como buena bailarina.

De Julio y Nilson no volví a saber. Y de la buena de Claudia de libre con un procedimiento muy cruel: Le dije que había comenzado a drogarme. Mano de santo: No quiso volver a saber nada de mí.

Yo seguiría viajando. Sólo. Me integraba perfectamente en los países a los que iba.

Y cierto es que estuve a punto de llamar a Julio y a Nilson para pasar unos Carnavales con ellos.

Pero el miedo al descontrol y la falta de dinero fueron motivos suficientes para descartar tal idea.

Lo cierto es que unas miserables “trepadiñas” con Claudia Rugué me habían dejado las ganas de saborear la tan aclamada sexualidad brasileña.

Al poco tiempo de mi vuelta a España comencé a salir con la que es ahora mi ex-mujer.

Pero continuaría con mis viajes a lo largo del país, financiados por mi padre y también por mi: Véase trabajo en la librería y colaboraciones en el diario El Independiente.

En fin´,
Julio y Nilson eran Brasil, y Claudia una estrecha internacional.

                                                           Kiko Cabanillas.

















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