7 de julio de 2017

-Cuesta del Moyano: Libros en saldo.

“¡Cómo me gustaría esta mañana darme un paseo por ese lugar cargado de magia y de poesía!”.

Los años que viví en la calle San Pedro, en el piso que le alquilé a los que luego serian mis suegros fui feliz. Estaba relativamente cerca de la Cuesta del Moyano, donde se pueden comprar libros a saldo. Cerca del Retiro.

Era habitual en mi hacer footing por el Retiro, darme unas ducha en casa. Y acudir a la cuesta del Moyano, en cuyas inmediaciones me tomaba un vermú de barril -o varios.

Los libros estaban apilados en grandes mesas,
pero buscando encontrabas auténticas joyas a módico precio.

También había poesía.

Ahí fue donde entré en contacto con Lerpoldo María Panero,
a quien le dije:
“Te seguiré hasta después de muerto”.
Y cumplí.

En la Cuesta del Moyano también había siempre jóvenes creadores. Y se improvisaban interesantísimas tertulias.
Muchos días rematábamos las mismas en casa de San Pedro.

Y eso que yo era partidario de mantener distanciadas mi ida privada y la literaria.

En la citada vivienda casi no escribía. Si bien relatos cortos y poesía siempre vivieron conmigo.

El citado inmueble estaba también cerca del mercado,
donde yo siempre compraba verdura y pescado.

La casa de San Pedro no tenía ascensor y era un cuarto piso. Por lo que sería allí donde comencé mi rehabilitación. Además de pasear e incluso correr por el Retiro.


Hago un stop aquí para manifestar mi horror ante la posibilidad de que se me borre todo lo que escrito. Si bien para disminuir riesgos copio todos mis relatos en un blog.
Con lo cual a no ser que mi blog desaparezca también estoy salvado.

Otro temor que tengo es el de necesitar beber para escribir.
Y como escribo por la mañana se trata de vermús con ginebra.

También escribo a media tarde e incluso de noche por lo que es el wisky mi infatigable compañero.

Con grandes esfuerzos renuncié al Hachís,
y eso que ya tenía apalabrado un globo
con Tati, amigo de mi hermano Javier,
quien conduce a velocidades vertiginosas cuando va colocado.

Pero ciertamente los porros no compatibilizan muy bien con
mis alteraciones neurológicas.
                                  Kiko Cabanillas.


































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