Escribiendo con mi
máquina en la calle volvió a mi la figura de el “Anguilas”,
hijo de Hortensia y pescador del pantano.
Trabajaba de
camarero en un bar del pueblo. Era limpio y ordenado.
Y llevaba dinero a
casa, que falta que hacía.
Pero el “Anguilas”
un día comenzó a leer poesía, de una antología de poetas del 27
que le dejó su profesor. El casi no podía acudir a clase por sus
deberes laborales, pero iba siempre que podía.
Y así...
Comenzó a
escribir poesía.
Era una poesía
costumbrista cargada de lirismo.
Su profesor le
animó a que publicara. Y así lo hizo.
Asimismo se
presentaba a concursos, alguno de los cuales ganaba.
Hasta que un buen
día un editor, de la editorial Cronos, se fijó en él.
Tenía un encanto
similar al de Miguel Hernández, el hijo del cabrero..
Siempre llevaba al
trabajo u libro y en la hora de la comida o en los descansos leía
con fruicción.
El”Anguilas”
desconectó de sus amigos del pueblo. Y tenía nuevas amistades.
Todas del mundo literario. Poetisas, autores de Teatro.
Mucho domingos iba
a Madrid a acudir a encuentros o conferencias.
Poco a poco se fue haciendo un nombre hasta que la editorial Anagrama le hizo un
contrato que le liberaría del trabajo en el bar.
Podía asimismo
darle dinero a su madre.
Pero cuando tuvo
dinero comenzó a viajar sin pausa. Contrató a un profesor de
inglés, idioma que dominó en poco más de un año.
Dos años después
Hortensia fallecería -su padre muriera muchos años antes que ella-
y por lo tanto quedó libre de responsabilidades familiares.
Así es que vendió
todo y se marchó a vivir a Amsterdan.
Desde allí con su
portátil siguió trabajando con la editorial Anagrama.
Asimismo se hizo
profesor de literatura e imprtió cursos “on line”
Y llegó Amaya a
su vida.
Ella también
escribía y fatasticamente bien
Continuaron
viajando mucho. Y incluso escribieron un libro a medias, firmado por
ambos.
Tendrían dos
hijos: Adolfo y Javier. Con los cuales su vida dió un cambio de
ciento ochenta grados, pero se adaptaron perfectamente.
Ya cuando “El
Lucio” murió “Amaya” se ocupó de que su obra no cayese en el
olvido y la reeditó casi al completo.
Kiko Cabanillas.
Kiko Cabanillas.
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