Ese día mi “Underwood” y yo
tratábamos de dilucidar cuáles habían sido nuestras influenias
literarias.
Sin lugar a dudas, y entre todas, mi
mayor influencia literaria había venido de la mano de Leopoldo María
Panero y de su malditismo de Rimbaud.
Pero eso fue cuando era un joven
iconoclasta y revolucionario.
Luego mientras ejercí la profesión de
periodismo leí a los muchos colegas que escribían.
Después vino mi accidente. Con ello
tuve más tiempo para leer.
Y mi ansia lectora nunca decreció.
Reinaldo Arenas me marcó mucho por su
sensualidad y el sabor del Caribe.
En Poesía fue la Promoción Poética de
los Cincuenta.
Gil de Biedma, José Agustín
Goytisolo, Ángel González.
Siempre estuve colgado de San Juan de
la Cruz.
Y por supuesto atento a las novedades
editoriales,
guiado por los suplementos culturales
del País y del ABC.
Además, y sobre todo, tuve muy en
cuentas los consejos de mi padre,
gran lector y conocedor de mis gustos.
Siempre que escribía leía avidamente
Poesía.
Me ayuda a conformar mi estilo y me
relaja.
Y un secreto oculto:
Adoro la literatura infantil,
y las poesías de Gloria Fuertes.
Tengo tiempo ahora.
Eso que el Periodismo nunca lo dejé,
pues trabajo llevándoles
una web y un blog a una ONG.
Aún así nada que ver con la histeria
con la que se trabaja en un diario.
Que no te deja tiempo para nada.
Otra influencia que tengo es la de mi
compañero Jamardo,
quien es un auténtico maestro del
periodismo rural.
Y cuya alma trata de estar en todos mis
escritos.
Pero ante todas mis influencias están
las de la gente de la calle: Historias anónimas cargadas de poesía
en innumerables ocasiones.
Yo sospecho además que el alma de
Leopoldo María Panero se oculta en muchos personajes populares y
siempre haya el modo
de expresarse
para así
no abandonarme ni dejarme a la merced
de tanto
ser insulso y absurdo
que pueblan la tierra
se reproducen y nos expulsan.
Kiko Cabanillas.
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