3 de julio de 2017

-La Casa del Agua.

Voy a escribir de mi gimnasio a ver si me animo y vuelvo a ir.
Mi centro deportivo se llama la Casa del Agua, porque tiene también piscina.
Es muy completo y bastante pijo.
Antes iba a uno del barrio cutre y barato donde había muchos culturistas.
Al nuevo va gente más normal.
Además no está lejos: Veinte minutos andando.

En el lleve a cabo mi rehabilitación, con resultados sorprendentes.
Tenía un monitor: Nando, que me hacía un entrenamiento muy completo.

Pero tocó a su fin.
Mi escusa una lesión de rodilla y una lumbalgia.

Que ciertamente me dificultaban la movilidad pero no me impedían el deporte.

Pero chico soy ya un pureta de cincuenta años
y me apetece más por la mañana ir a tomar un vermú...
que ir a sufrir al gimnasio.

Yo siempre he sido muy deportista
y de hecho esto fue muy importante en mi rehabilitación:
Pasé en poco más de un año de la silla de ruedas...
...a nadar una playa entera y a correr por el paseo marítimo.

De todos modos cuando me recupere de mi lumbalgia y de mi rodilla voy a volver. Lo juro.

Algo que me sucedió también es que acabé con estrés deportivo.

Yo siempre fui deportista pero no hasta la enfermedad compulsiva.

Y mi entrenamiento rehabilitador rozaba la neurosis.

Simplemente me dio el bajón.

Y ahora que ya ando más o menos bien
aproveché una lesión como escusa para no sufrir más.

¡Pues anda que no he hecho yo deporte con lesiones!

Pero mi vida actual de “Escritor del asfalto” si que es bastante difícil de compatibilizar con el deporte.

Un pensamiento demoníaco que
yo siempre tuve
es acudir a la Casa del Agua colocado de anfetas,
y hacerme el recorrido
más duro
Sería sin duda fantástico
pero también
las más terribles agujetas que nadie pudiera imaginar.
                     Kiko Cabanillas.











































No hay comentarios:

Publicar un comentario