Voy a escribir de
mi gimnasio a ver si me animo y vuelvo a ir.
Mi centro
deportivo se llama la Casa del Agua, porque tiene también piscina.
Es muy completo y
bastante pijo.
Antes iba a uno
del barrio cutre y barato donde había muchos culturistas.
Al nuevo va gente
más normal.
Además no está
lejos: Veinte minutos andando.
En el lleve a cabo
mi rehabilitación, con resultados sorprendentes.
Tenía un monitor:
Nando, que me hacía un entrenamiento muy completo.
Pero tocó a su
fin.
Mi escusa una
lesión de rodilla y una lumbalgia.
Que ciertamente me
dificultaban la movilidad pero no me impedían el deporte.
Pero chico soy ya
un pureta de cincuenta años
y me apetece más
por la mañana ir a tomar un vermú...
que ir a sufrir al
gimnasio.
Yo siempre he sido
muy deportista
y de hecho esto
fue muy importante en mi rehabilitación:
Pasé en poco más
de un año de la silla de ruedas...
...a nadar una
playa entera y a correr por el paseo marítimo.
De todos modos
cuando me recupere de mi lumbalgia y de mi rodilla voy a volver. Lo
juro.
Algo que me
sucedió también es que acabé con estrés deportivo.
Yo siempre fui
deportista pero no hasta la enfermedad compulsiva.
Y mi entrenamiento
rehabilitador rozaba la neurosis.
Simplemente me dio
el bajón.
Y ahora que ya
ando más o menos bien
aproveché una
lesión como escusa para no sufrir más.
¡Pues anda que no
he hecho yo deporte con lesiones!
Pero mi vida
actual de “Escritor del asfalto” si que es bastante difícil de
compatibilizar con el deporte.
Un pensamiento
demoníaco que
yo siempre tuve
es acudir a la
Casa del Agua colocado de anfetas,
y hacerme el
recorrido
más duro
Sería sin duda
fantástico
pero también
las más terribles
agujetas que nadie pudiera imaginar.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario