Y yo, viviendo en
la calle, no pude renunciar a ella.
Es la singular
María.
Debe llevar diez o
doce años en casa.
Cuando me separé
yo me quedé en casa y seguí disfrutando de sus servicios.
Plancha, limpia y
ordena. Siempre respetando mi desorden ordenado.
Siempre que la
llame en diez minutos está en casa.
“Si algún día
no puedes poner la televisión llámame y vengo a ponértela”.
Me da mucha
envidia porque tiene su aldea,
donde hace matanza
y todo.
Tiene un marido
muy agradable,
y se desvive por
su hijo Cristian,
que por primera
vez en su vida ha suspendido,
ha suspendido y
tendrá que estudiar en verano.
María está
conmigo en Julio,
de momento.
No quiero ni saber
cuando coge vacaciones,
pues me llevaré
un disgusto sin precedentes.
Y yo le deseo,
Felicidad.
Y sobre todo
Salud,
Para que me siga
cuidando.
Y también por
ella, claro.
Que la quiero
mogollón.
Mi buena María
Yo ensucio y ella
limpia.
Plancha pues yo no
sé.
Me habla de su
Cristian.
Y pasa la
aspiradora.
Aunque eso sí que
lo sé hacer.
Es mi amiga y
confidente.
Me pregunta por
mis cosas y yo por las suyas.
Somos amigos,
Y viene tres veces
a la semana a Ronda de Outeiro 421/16-B.
Kiko Cabanillas.
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