Pasó aquella
mañana un individuo que me recordó mucho a Pirri.
Estatura mediana,
poco pelo, serio y con cara de mala ostia.
Era el portero de
Golope,
donde entrábamos
sin pagar cuando él lo estimaba oportuno.
Entre tanto
terminábamos el vino de pasa
y los porros.
Tequila, Barón
Rojo y Leño estaban
entre nuestros
preferidos.
También potábamos
entre los asientos de la discoteca.
“Cómo va el
Kiko”, comentaban Nito y Mon.
Mon estuvo toda su
vida trabajando,
primero en el bar
de su tío
y luego en un bar
propio.
Beti se convirtió
en su mujer.
Pero lo último
que sé es que ha dejado el bar
pues se sacó unas
oposiciones a la Administración.
Con risa nerviosa
y tremendas muestras de afecto
a mi siempre me
saludó muy cariñoso.
Pero un vínculo
común que teníamos
seres tan dispares
era el vino de
pasa.
En una época en
las que
el caballo
campaba a sus anchas
Nosotros nos
colocábamos
como los viejos
Más barato que la
heroína
y sin duda más
limpio, sano
y yo me atrevería
a decir que espiritual
Gordo expansivo si
me lees
que sepas que yo
nunca te tuve miedo
sino terror.
No porque
estuvieras cachas
pues más que
cuadrado tu era redondo.
Sino por tu
inefable mala ostia.
Pirri será hoy un
anciano si vive
y seguro que le
esconde el bastón a sus compañeros.
Kiko Cabanillas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario