La película de
Willy Wilder se me vino a la cabeza ese día
en el que tuve que
refugiare y dejar de escribir debido a la lluvia.
Y se me vino a la mente porque ése fué el nombre de la librería que junto a mi
mujer Sonia puse en A Coruña hará unos quince años,
en el Centro
Comercial Los Rosales.
Era una tienda de
prensa y libros
La mayoría de los
clientes venían a comprar la prensa o revistas del corazón.
También teníamos
fotocopiadora.
Entre los clientes
había de todo: Travestidos, suicidas, Hemipléjicos...
Yo por aquel
entonces ya escribía.
Era pues
especialmente sensible a los nuevos escritores,
cuya obra recogía
y vendía,
con nulo éxito.
La verdades que la
librería nos dio
un buen sueldo
mientras duró.
Luego vino la
crisis
Los números no
cuadraban y hubo que cerrar.
Pero mientras duró
fué una ocupación
tanto para mi como para mi mujer.
Y nos pagó la
hipoteca del piso.
Eso sí mis
esperanzas de dar cancha a nuevos creadores o especiaslizarse en cine
Pasaron a mejor
vida.
Pues hoy en día
una librería es como una tienda de sujetadores,
pongo por caso.
Yo seguí
acudiendo a las librerías de viejo, de A Coruña.
Donde todavía
existía el duende bibliográfico
Nada que ver con
la asepsia de las preservativas librerías modernas.
Mi trabajo en la
librería consistía en atender al público
y en pasar
albaranes.
Cumplió su
función: Una ocupación y un sueldo.
Pero dejó en
Poesía asesinada todas las expectativas que yo tenía sobre lo que
debe ser una librería.
Eso sí, por mi
trato con distribuidoras conseguí todos los libros que se me
antojaron.
Peo ni
siquiera...Pues la mayoría de los más interesantes estaban ya descatalogados.
Y uno tiene ya sus
manías adquiridas.
Y no le vale
cualquier cosa para leer.
Había parado por
fin la lluvia,
así es que
caminando hacia mi banco me dispuse
a iniciar la
jornada de Escritor.
Kiko Cabanillas.
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