Esa mañana
escribiría de Seila, quien era una alumna de alfabetización natural
de Nigeria.
Abrí mi
“Underwood”, coloqué el papel y...
“Seila cariño
yo creo que es muy buena idea -le dije en inglés-. Pero yo creo que
quizás deberías esperar a dominar un poco más el español”,
dije.
“Para eso te
tengo a ti”, respondió.
Y es que yo desde
hacía dos años me había ido a vivir con Seila. Bueno mejor dicho
ella se había venido a vivir a mi casa. Le había prometido que
parte de la herencia que acababa de recibir la gastaría gustoso en
ir a Nigeria a conocer a su familia.
Entre tanto, desde
un local modesto, pusimos en marcha el negocio de tatoos.
Fue una moda
fulminante.
Los tatoos se iban
con agua al cabo de unos días, por lo cual no eran tan incómodos
como los otros. Además tampoco existían riesgos sanitarios.
Yo recibía a los
clientes y les informaba de los modelos que había y después los
dejaba en manos de Seila.
Vinieron incluso
de la Voz de Galicia a hacernos un reportaje, pues habíamos creado
una auténtica moda.
En todas partes de
mi cuerpo se leía la palabra Seila.
Económicamente
fue un éxito. Y pronto nos mudamos a un local más grande.
Hasta tal punto
prosperamos que pronto necesitamos más mano de obra. Así que vino
María, puertoriqueña amiga de Seila
María era muy
dulce y se entendía de maravilla en nuestro idioma, incluso con el
gallego.
Fue entonces
cuando tuve la idea de poner una tienda de ropas en el mismo local.
Ropa africana. Pronto estaba llena.
No sólo de gente
que adoraba los colores de la ropa africana sino de los mismos
inmigrantes que no tenían otro medio de encontrar ropa adecuada para
ellos.
Seguimos ampliando
el local. Y con la ayuda de Ecos do Sur decidimos impartir clases de
español a la población inmigrante. Lo cual fue un éxito sin
precedentes.
Tenían su hogar:
Tatoos, ropa y clases de español.
La ayuda de un
empresario, Ángel Jove, fue decisiva para el siguiente paso:
Trasladaríamos la ONG Ecos do Sur al lado de las tiendas.
Pronto los
servicios de asesoría jurídica, bolsa de empleo, psicólogo y el
español que ya dábamos, estarían a disposición de la población
inmigrante.
Seila, con quien
me casé por lo civil, no se lo podía creer.
Y efectivamente
mañana salíamos para su país, Nigeria, a conocer a su familia.
Kiko Cabanillas.
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