4 de julio de 2017

Yonquies.
Llevaban una hora mirándome fijamente.
Yo escribía y ellos observaban.
“Cómo mola”, dijo uno.


“¿De dónde sois chicos?”, les pregunté.
“De allí donde haya un chute que llevarse”,
contestó el mayor,
mostrándome los brazos marcados por innumerables pinchazos

Yo soy escritor. Si quereis os escribo algo.

Bueno te voy a contar mi vida:
Me despierto y busco
si ha quedado algo de caballo de ayer.

Si no hay. Casi nunca hay. Me meto dos anfetas...
Y comienzo a vivir.
Mi mente se acelera pensando donde voy a conseguir mi próximo pico.

Ayer me puse bien pero esta tarde ya estaré en pleno monazo.

Acabaré marcándome una chapa. Las pagan muy bien. Pero si tienes Sida se acabó.
Yo lo tengo claro -despuésde veinte años de pico- pero miento con un análisis falso,
que me hizo un amigo enfermero.

Las chavalas se prostuyen,
pero en cuanto adquieren aspecto de yonquies ya nadie las quiere.


No es que seauna opción vital llena de poesía como lo erapara la “Beat Generation”,
que va.
Es un pringue y un sufrimiento.
No hay yonquie que quiera seguir siéndolo.

Es una flor muy hermosa que se convierte en el más horrendo de los cactus
y te pincha constantemente.

Es Dolor, Sufrimiento, Sinrazón, Desesperación, Enfermedad...

Qué venga alguien y me diga dónde está la poesía en el caballo.

Tirao que no puedes ni pensar.

Ansioso buscando siempre más caballo

Y la poesía aparcada, aparcada para siempre.

                           Kiko Cabanillas.





































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