Ha sido un día muy productivo para
mi: A las nueve de la mañana vino a casa mi fisio-terapeuta, Raúl,
con objeto de decirle que prescindiría de sus servicios.
Me tenía agotado. Venía tarde o no
venía. Y además empleaba conmigo un lenguaje prepotente y chulesco
realmente insoportable.
A continuación quedé con
Mohamed: Mi amigo marroquí. Y con él fui a Tráfico para preguntar
si podía solicitar un permiso de conducir con mi minusvalía.
Me dijeron que tenía que
llevarles un informe médico y realizar un examen psicotécnico. Y,
entonces, si me consideraban apto, obtener el carnet.
La verdad es que mi amigo
Mohamed me ayudó mucho, llevándome en su coche y animándome en
todo momento.
“Cuando obtengas el
permiso lo celebramos haciendo un viaje a Madrid. Además te llevaré
a un restaurante que conozco que te encantará”, me dijo Mohamed,
quien me dejó en la puerta del centro de salud para pedir el
certificado médico y se fue, pues tenía que impartir una clase. Aún
así no tardó en llamar para preguntar cómo me había ido.
Kiko Cabanillas.