“Kiko, nos
acoges esta noche en tu casa, que vamos a hacer una excursión -desde
Santiago: Su hogar-. Y la finalizamos en A Coruña”, dijo mi
hermano Suso por teléfono esta mañana.
“Tengo clase de
árabe hasta las 20.30, pero os recibiré igual. Estupendo”.
Luego, se me
ocurrió que era una buena ocasión para que Suso conociese a Tayyeb,
quien a buen seguro se quedaría a cenar.
Pero estaba sin
agua ni calefacción por una avería en el edificio.
Teresa, quien me
limpia cuatro días a la semana, se ofreció para que se duchen en su
casa. Y limpió a fondo, pues mi cuñada Ana le acababa de decir -de
muy buenos modos- que cuidase un poco de mi imagen, pues el otro día
había ido a un entierro que daba pena verme: Sucio y arrugado.
Tras superar la
vergüenza inicial mi hermano aceptó encantado.
Y yo, como no, me
metí en la cocina a preparar la cena: Tortilla de patatas, patés
con fríjoles, queso y membrillo. Y todo ello regado con un Ribera
del Duero.
“No me metas
prisa que es mi día libre y lo hago todo con mucha calma”, me
advirtió Suso.
Tayyeb aceptó
encantado conocer a Suso. Y más desde que lo tengo acostumbrado a un
buen Ribera del Duero.
El asunto es que
ya está decidido que en Semana Santa nos va a hacer de guía
turístico por Túnez y a cambio nosotros le pagamos el avión para
que así pueda visitar a su familia.
Kiko Cabanillas.
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