20 de febrero de 2018

-Asesine a la tele.

La televisión no funcionaba, se había quedado en negro.
Como acto reflejo mi ex-mujer llamó a un técnico para que le echase un vistazo y la reparara si era necesario. Y para que hiciese un presupuesto para ver si valía la pena el arreglo o convenía más comprar otra.

Enseguida comencé a pensar en dejar la televisión, oír las noticias en la radio e invertir el tiempo de la tele en leer más y escribir.

Cuando ya estaba entusiasmado con la idea, me llamó el técnico y me dijo que la reparación salía carísima y que además habría serias dificultades en encontrar la pieza averiada.

Inmensa alegría: Pasaría de la tele.

Al volver a casa por la mañana y mirar el hueco de la tele mi espíritu experimentó una clara euforia. Luego miré donde tenía mis libros del club de lectura. Y coloqué la radio en el salón, marginada habitualmente a la cocina.

Llevo una semana sin tele y estoy leyendo compulsivamente más de un libro diario.
E retomado mi afición a la radio. Escucho “Radio Galega”, pues así mejoro el idioma de mi padre.

Y entonces salí a la calle ayer...Y un mendigo me dijo: “Has asesinado a la tele, muy bien”.
“La tele es un organismo vivo...Tiene trucos para seguir infectando espíritus -continuó- Por ejemplo a tu primo Kikón le tiene atrapado por el cine de la dos...Y a ti te tenía atrapado por los informativos y por el programa de Bertín.
Pero has sido valiente y la has asesinado”.
                        
¿Y tu cómo sabes todas esas intimidades?.
“Bueno, si te dijera la verdad no me creerías pero...yo no soy de éste mundo y todo lo veo.
Es lo más que puedo decirte”.
                            Kiko Cabanillas.

13 de febrero de 2018

-Mi amigo el murciélago-

Había salido por la noche con mis amigos de Ecos do Sur y Pachi me había traído a casa. Como estaba ciertamente muy colocado -había fumado hachís- decidí tumbarme en el sofá del salón a la espera de que me bajase el colocón.

Y entonces lo ví: Era sin lugar a dudas un murciélago y descansaba sobre la barra de la cortina cabeza abajo.

Por un momento pensé en espantarlo: Cogí para ello una escoba. Lo echaría por la ventana. Pero me dio lastima.

Entonces caí en la cuenta de que quizás había fumado demasiado hachís.

Así es que recogí el salón, me puse el pijama y me fuí a dormir. Intentando olvidar lo que sin lugar a dudas era una fantasía: El murciélago cabezudo.

Al día siguiente me desperté a las doce. Y con una considerable resaca me dispuse a desayunar. Era del wiskie pues el hachís no deja malestar.

Tomé café en abundancia y comenzó mi lucha contra la fantasía...

Finalmente decidí buscar al murciélgo. Entré en el salón y allí estaba.

Todo fué una convivencia estupenda. Bajé a la carnicería a comprar sangre de cerdo. Comió con mucho apetito. Le conté el contenido de mi próximo libro y aplaudió con las alas.

Al día siguiente llegaría la doméstica a las nueve de la mañana. Pensé contarle todo antes de que entrase en el salón. Y así hice.
¡Kiko, eres un payaso!. Aquí no hay nada”, exclamó según salia de la sala.


No puede ser”.
Mira ahí está”, señalé.

Venga Kiko, que tengo mucho trabajo. Déjate de bromas”.
Entonces comprendí que era yo el único que lo veía.

Por una larga temporada pensé en pedir cita con el psiquiatra. Pero finalmente decidí que era un excelente amigo. Y que nuestra relación no hacía mal a nadie.
                              Kiko Cabanillas.



4 de febrero de 2018

-Contrato de mi próximo libro “Raptos místicos-

Mañana viene a casa mi editor Juan Mariñas, al objeto de firmar el contrato de mi próximo libro “Raptos místicos”, que será editado y puesto a la venta en el plazo de un mes.
Es el primer libro con el que supuestamente voy a ganar dinero. Pues los otros cinco publicados fueron ediciones reducidas para familia y amigos. Si bien vendí algo en Internet.
Así como quien no quiere la cosa me he convertido en un escritor.

Soy periodista. Y por lo tanto había practicado la literatura y la fotografía socialmente comprometida: Periodismo.

Pero de toda la vida me dediqué a escribir relatos cortos y poesía.

Ahora sólo me resta convertirme en un ser asocial y repugnante. Aunque bien visto ya lo soy.

Mi hija Julia se va a leer el primer borrador de mi libro con la intención de localizar posibles erratas.

Y es que estoy muy contento con mi hija y la verdad es que me encanta que colabore.

Como sabéis acabo de renovar mi carnet de conducir, lo cual tiene mérito debido a mi minusvalía. Y tenía pensado comprarme un “Dos CV”. Y además le tengo que comprar a mi hija Julia su primer coche.
Pero me dijo Julia ayer que no me compre ninguno para mi y que compartimos el suyo, yo durante la semana y ella el fin de semana.

Generoso gesto. Y además muy necesario, pues no sé de dónde iba a sacar el dinero para comprar dos coches, aunque serán de segunda mano.
                               Kiko Cabanillas.

1 de febrero de 2018

-”Mabruk”, (felicidades).

 Llevo veinte años sin conducir (desde el accidente que me otorgó una minusvalía). Pero ya me encontraba en condiciones de retomar la conducción.
Así es que pregunté en Tráfico y me remitieron a una autoescuela, donde me exigieron un parte médico, que me facilitó encantado el doctor Pablo Vaamonde -mi médico de cabecera-, quien sin aparcarse de la deontología profesional me facilitó el solicitado informe bastante adecuado.

Así es que esta mañana me encaminé a una autoescuela adyacente a Tráfico, donde me hicieron un examen psicotécnico así como diversas pruebas físicas y cognitivas. Aprobado con nota. Y mientras me llega el carnet me facilitaron un papel que equivale al mismo, con lo cual ya puedo conducir.

Finalizado el reconfortante trámite me dirigí a mis clases de español a inmigrantes.

Desarrollé mi docencia con un alumno argelino, quien está en pésimas condiciones económicas y sociales. Además su español es bastante básico.
Lo derivé a Ecos do Sur para que le ayudasen a conseguir la tarjeta sanitaria y le apuntasen a la bolsa de empleo. La ONG que presidí durante cuatro años como siempre me ayudó al máximo.

Y fue entonces, cuando recordando mi nuevo carnet de conducir me dijo Mohamed: “Mabruk”. (Felicidades).

Comuniqué a mi familia mi logrado permiso de conducción y a pesar del miedo casi todo fueron palabras de ánimo.

Entonces, finalizadas mis clases, me dirigí -espiritualmente acompañado de mi carnet- al Carrefour a hacer la compra de la semana.

Comí pollo asado y una ensalada -maldito régimen-.

Todo lo que resta del día estará dedicado a la lectura y a la escritura.

“Laila saida” (buenas noches).

                                 Kiko Cabanillas.